Bogotá ha sufrido desde hace décadas de la centralización de los gobiernos nacionales. De esa manera, muchas de las grandes decisiones del país deben ser aprobadas desde la capital del país, y todo debe pasar por el Gobierno Central. Ha sido tradición la frase que reza: ‘Bogotá es la capital y allí están las oportunidades’. Pero esa concepción, de entrada castiga el resto de ciudades, volviendo injusto lo que hacen ciudades intermedias e incluso municipios.
El empoderamiento reciente de urbes como Medellín, Barranquilla y Bucaramanga muestra que darles mayor oportunidad de tomar las riendas de su futuro genera buenos resultados. ¿Entonces, por qué no confiarle el mismo reto al resto del país?
La exigencia será para la clase política de la nación, que, en muchos casos, busca mantener el control del territorio desde Bogotá, algo que claramente ha mostrado ser un error. Se cree que desde la Casa de Nariño se pueden visualizar y entender las problemáticas de un país tan diverso y complejo como el nuestro. Bogotá sufre la centralización, a tal punto que los problemas de los colombianos, de tan diversas regiones, se mezclan en la espesa urbe.
La capital del país es una sola protesta, es una sola marcha. Un día llenan la Plaza de Bolívar los unos, al otro día la llenan otros. Al siguiente, los taxistas protestan en contra de Uber, y un día más tarde hay bloqueos en Transmilenio. El mismo centralismo se evidencia en los medios de comunicación que, con tanta mala prensa, la tienen doblegada, ya que se convierte en la principal zona de disputa de la actual división del país. Aunque hay que tener en cuenta que Bogotá es una ciudad de casi 10 millones de habitantes, y que, por ende, reporta los índices de audiencia más altos.
¿Qué ciudad puede salir adelante así? ¿En qué otra urbe de la región –sin contar a Caracas– se viven tan frecuentemente protestas y descontentos? ¿Es Bogotá la culpable de todos estos males, o es la que paga los platos rotos del centralismo establecido por los gobiernos, impulsado por los medios y con la complacencia de los colombianos? La responsabilidad que carga Bogotá es tan inmensa que la asfixia, que no permite que salga adelante por lo compleja de sí misma.
Una de las mejores opciones sería que le dieran independencia y liderazgo al resto de metrópolis del país, que se conviertan en polo de desarrollo y oportunidades para que sus habitantes no las abandonen, para luego aumentar el caos de la capital. Permítanles volver a sus tierras, llénenlos de oportunidades, blinden su futuro allí, y Bogotá podrá volver a retomar su rumbo, de la mano de aquellos que tanto la quieren, de los que más se preocupan por ella.
Esta iniciativa será una labor que debe iniciarse desde los medios de comunicación que se concentran en Bogotá, que poco muestran las noticias del resto del país, a menos que sea una tragedia como la vivida recientemente en Mocoa, Putumayo. Ni se diga de la labor titánica que deben emprender los políticos y empresarios. Son estos últimos los que han empezado a darse cuenta de que las grandes oportunidades están también en las ciudades intermedias, que más cerca están de los puertos y los centros de producción para mover hacia allí sus operaciones y, a la vez, generar un círculo virtuoso de inversión y empleo.
Camilo Silva J.
Gerente de Valora Inversiones
Bogotá, en problemas por la centralización
La responsabilidad que carga la capital del país es tan inmensa que la asfixia, que no permite que salga adelante por lo compleja de sí misma.
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