Ser miembro de una junta directiva es una valiosa experiencia de alta responsabilidad. Es por ello que, frente a la invitación a asumir esa posición en una empresa y antes de aceptarla, es recomendable indagar acerca de diversos aspectos en un proceso de ‘debida diligencia’ para el cual puede ser apropiado incluso ofrecer a la compañía la firma de un acuerdo de confidencialidad.
El gobierno corporativo de la organización es uno de los temas a explorar en el proceso. Es conveniente estudiar sus estatutos y el reglamento de junta directiva, si existe, así como asegurarse de que sus miembros cuenten con una póliza de responsabilidad civil para directores y administradores. También aclarar si la invitación es a participar como miembro principal o suplente.
Es importante conocer la filosofía que como empresarios promueven los accionistas, así como el clima de relaciones entre ellos, en tanto es un elemento que puede llegar a afectar el funcionamiento de la junta. Así mismo, entender detalles sobre la junta misma y su funcionamiento: por ejemplo, quiénes son sus miembros, cuánto tiempo llevan en sus cargos y si algunos tienen condición de accionistas, quién la preside, cómo es su ambiente de trabajo y cuál la agenda típica de una reunión, entre otros. Una buena práctica antes de aceptar la posición es hacer lectura de las actas de las reuniones más recientes e incluso del acta de la última asamblea de accionistas y del informe de gestión que fue presentado.
Entender la estrategia de la compañía también es fundamental: su razón de existir, sus propósitos de largo plazo, su filosofía empresarial, los negocios de los cuales participa y sus propuestas de valor, sus fortalezas y retos más relevantes en el corto plazo, las perspectivas de su industria y sus competidores, y los elementos relevantes de la coyuntura del entorno, entre otros. Es pertinente, además, explorar la salud económica de la empresa, conocer sus estados financieros de los años más recientes e incluso los últimos auditados por la revisoría fiscal, el presupuesto vigente y la dinámica de su ejecución, sus proyectos de inversión y la calidad de su relación con las entidades financieras. Su salud reputacional es igualmente importante, ya que los miembros de una junta directiva experimentan un intercambio de doble vía con la empresa, en el cual ambas partes se contagian de su respectiva reputación en cualquier sentido que ella sea.
La junta directiva, como parte de la administración, asume serias responsabilidades legales. Por tal motivo, es legítimo indagar sobre contingencias o procesos jurídicos vigentes y cómo están siendo atendidos. Para cumplir bien las funciones de la junta, es importante entender cuáles son los principales riesgos que enfrenta la organización en sus actividades y la forma en la que los gestiona. En tal sentido, es pertinente conocer la estructura y procesos de control establecidos en la organización, e incluso informes recientes al respecto.
Todos estos elementos de contexto permiten identificar el verdadero potencial para agregar valor en la junta directiva en caso de asumir la posición. Si bien el espectro de temas relevantes a revisar es amplio, y pareciera poco práctico, la dimensión de la responsabilidad lo amerita y la empresa, con certeza, asumirá el proceso como un acto de respeto y profesionalismo.
Carlos Téllez
Consultor Empresarial