Crecer es una aspiración natural de las empresas. Chris Zook y James Allen, autores del libro La mentalidad del fundador (HBR, 2016), anotan que la mayoría de los fracasos de las iniciativas de crecimiento se explican en problemas internos de las empresas, y no en su entorno. Crecer es un reto que demanda talento, recursos de diversas clases, mucha gestión y asumir riesgos. Antes de lanzarse a crecer es interesante, por lo tanto, hacer conciencia de las razones para ello, esto porque en el mundo de las empresas no siempre ser más grande es mejor.
La competitividad es una de las razones por las cuales las compañías crecen. Para competir mejor es posible, por ejemplo, que una empresa necesite vender más y aspirar así a materializar economías de escala, a utilizar su capacidad instalada ociosa, a tener una tecnología más alta o un talento gerencial mejor perfilado, a hacerse más atractiva para sus proveedores y mejorar así su capacidad de negociación, o a poder atender mercados o clientes de mayor tamaño y sofisticación que demandan un portafolio más amplio, mejores precios, volúmenes superiores y especificaciones de calidad más elevadas.
Construir una posición relevante en el mercado también justifica el crecimiento. Algunas industrias se van consolidando, es decir, su número de participantes disminuye para concentrarse en pocos de gran tamaño, la diferenciación entre ellos se desvanece, los nichos viables se erosionan, y la reducción progresiva de los márgenes aumenta de manera significativa las exigencias para competir. En ese caso, el crecimiento es una necesidad, y la incapacidad para abordarlo debería llevar a los accionistas a considerar la venta de su empresa o su fusión con alguna que tenga oportunidad de sobrevivir. El crecimiento, en dicho escenario, es además un mecanismo para disuadir a nuevos competidores potenciales, o para convertirse en un objetivo de adquisición atractivo para quien quiera entrar a la industria con una participación de mercado relevante.
Existen otras razones que explican el crecimiento. Algunas empresas crecen simplemente por inercia, reaccionando al crecimiento de sus clientes. En otras, la razón para crecer es dar uso a los excedentes de caja que genera el negocio, los cuales no son aprovechables de mejor manera por parte de los accionistas, quienes los reinvierten.
Otras crecen porque desean diversificarse y así mejorar su perfil de riesgo frente a sus accionistas. En países con mercados bursátiles maduros es común ver empresas que crecen por el deseo de ser percibidas más positivamente, o incluso para evitar ser objeto de una adquisición por parte de otra. En algunas organizaciones de propiedad familiar es filosofía el crecimiento del negocio para responder al crecimiento de la familia de una generación a otra. En estas empresas, en las cuales, en algunos casos, la deuda es casi inexistente, puede ser interesante incursionar en iniciativas de crecimiento, apalancadas en deuda para optimizar la estructura de capital para la empresa y el retorno para los accionistas.
En conclusión, es deseable que el crecimiento empresarial tenga un propósito claro, y en particular que esté alineado con la estrategia de la organización, que sea intencionado y no accidental, que sea factible y cuente con recursos, y que sea rentable, esto es, que su retorno honre apropiadamente el capital y el esfuerzo que demanda, así como el riesgo y la complejidad que implica para cualquier organización.
Carlos Téllez
Consultor Empresarial