La bendita manía jurídica de complicar las cosas y la terminología a la luz de una época en donde las revelaciones de los youtubers son más populares que los poemas de Roy, dejan entrever que la polarización conceptual del país no está enfrascada en anhelar o criticar la paz, sino en un afán de protagonismo quinceañero al calor de cualquier micrófono encendido, que catapulte cual protagonista de novela a quien más destape inconsistencias de su contraparte.
Desde todos los sectores políticos de Colombia, rescatando a muy pocos, los noticieros nos muestran a diario cómo las propuestas efectivas para construir algo sólido y perdurable, se han ido embolatando como el Galeón San José en las aspiraciones destructivas y descalificadoras de una política pobre y vaga que se está acostumbrando a no trabajar mientras critica al otro por la intensidad para no hacer nada tampoco.
En aras del buen entendimiento y en vista que la pereza también se nos podría estar pegando a quienes definimos el rumbo de nuestras sociedades, hemos diseñado un decálogo que apacigüe con la paciencia de Claudia López, la mesura de Paloma Valencia, el tacto de Piedad Córdoba y la prudencia de Gerlein, el debate que se viene dando a partir del nuevo modelo que abiertamente está adoptando Colombia en momentos en que el mismo Trump es más popular que nuestro actual Presidente.
1. Del socialismo hay que aprender lo mejor, por ejemplo la enorme capacidad del cambio. Desde Venezuela y Ecuador, pasando por Argentina en su momento, hasta quien era la octava potencia económica del mundo, hoy cuentan con un sistema económico “sólido y estable”, con inflaciones superiores al territorio abdominal de Maduro, único dueño y señor del papel higiénico necesario para mancillar delicadamente la cuota de éxito empírica de sistemas de los cuales hasta Cuba se está saliendo.
2. El marketing político y su “cabezazo” con la paloma de la paz en la solapa del vestido. El país ha notado cómo vertiginosamente se han disparado los niveles de aceptación del gobierno mientras los rozagantes y alentados niños de la Guajira se van hasta el Meta a botar la comida y el abundante agua en los posos de caño cristales, los cuales según el terrícola Echeverry podrían ser los más aptos del mundo (algo así como el mejor sexto mejor alcalde del planeta) para la explotación minera y salvación económica del país.
3. La ejemplarizante coherencia institucional y el éxito de una ferviente filiación política. Nuestra nueva Ministra de Trabajo es un claro prototipo de la convicción doctrinal a favor del desarrollo y la tranquilidad ideológica de un país; su coherencia, sus trinos y sus posturas, son la muestra más
“Clara” del claro sendero al que estamos aventurándonos desde la mesa de los Santos.
4. Las oportunidades laborales de las “convocatorias abiertas”. Es una dicha poder contar con un sistema transparente y dinámico donde abunde el mérito para aspirar a cargos públicos en Colombia. La independencia institucional para abordar debates legales de coyunturas importantes como el marco para la paz y el post conflicto, estarán a salvo en las manos autónomas y sin compromisos de alguien que ha soñado ese cargo como adolescente creativa en su castillo vestida de blanco.
5. Solidez laboral en el Gobierno. Qué mejor ejemplo que Rafael Pardo, quien con su amplio currículo en el último año ha roto el récord mundial de actualizaciones de hoja de vida de la función pública.
6. “Salvavidas” políticos sin ambiciones personales. La transparencia y juicio de Ingrid Betancourt lo garantizan.
7. Roy.
8. Camaradería en nuestra política externa. Nuestras fronteras con Venezuela y Panamá y los resultados de la gestión para seguir ganando territorio en San Andrés, son contundentes a la hora de hablar de los éxitos alcanzados en materia de relaciones internacionales.
9. La salud integral de los colombianos, en especial para los adultos mayores; los proyectos de ley “auténticos” y sin plagio presentados desde el Ministerio de Educación; y las selfies austeras de Minhacienda; son en especial ejemplos de triunfo gubernamental a la hora de demostrar los logros más contundentes de la administración.
10. Abundancia. Algo pasa, pero los ministros de este gobierno particularmente aumentan una o dos tallas, sin contar a Luis Carlos.
Sin duda, no hay mejor “resistencia civil” que la que está promoviendo el Gobierno con sus propias actuaciones. Si quienes quieren ser candidatos presidenciales para el 2018 no abandonan de inmediato esta “locomotora” gubernamental apenas se firme la paz, se van a quedar pegados a los exitosos recuerdos del gobierno más dulce de la historia nacional.
Andrés F. Hoyos E.
Comunicador social y periodista
@donandreshoyos
andrés felipe hoyos
Decálogo de una eficiente auto “resistencia civil”
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