Haber sido elegido como el caso de éxito de innovación social del Foro Económico Mundial de Davos en 2013, o haber sido destacado como uno de los 10 jóvenes innovadores menores de 35 años por parte de Technology Review, del MIT, entre otros reconocimientos, no lograron que Camilo Herrera se sintiera en la cima.
Sí, muchos nos emocionamos al conocer cómo a pesar de los desencuentros que tuvo con la educación superior en el país, este joven boyacense, a través de su Fundación Un Litro de Luz Colombia, se convirtió en referente mundial de innovación y emprendimiento social. Pero él, fiel a su espíritu combativo y visionario, decidió ir más allá y darle vida a Linternet, un spin off de la fundación, que responde a la necesidad de complementar los servicios para la base de la pirámide, apostándole a la democratización del uso y acceso a energías limpias para la implementación de servicios de alumbrado público e internet.
Vale la pena recordar que, con Un Litro de Luz, proyecto iniciado por el italiano Illac Diaz en Filipinas y replicado y mejorado por Camilo en Colombia, este emprendedor logró iluminar alrededor de 4 mil casas en el país.
Se trata de un modelo de iluminación autosostenible a partir del reciclaje de botellas plásticas de gaseosa; estas se llenan con agua pura y cloro y se instalan en los tejados de familias en condición de vulnerabilidad y que viven en completa oscuridad, incluso durante el día, para iluminar sus espacios de una manera natural (principio de refracción). El sistema tiene una vida útil de 10 años y no les genera costos a las familias, quienes además se unen en redes comunitarias y se encuentran con los grupos de voluntariado.
Esa, no obstante, fue solo la primera fase en su aproximación extraordinaria al capitalismo desde la acción social, que realmente comenzó durante sus primeros años de experiencia profesional, cuando al no poder pagar más sus estudios de medicina se enroló como capacitador en un programa estatal de internet de banda ancha, gracias al cual recorrió el país y conoció de cerca las necesidades de los sectores rurales más apartados.
La segunda fase de Un Litro de Luz arrancó con la idea de diseñar el prototipo de una luz para la noche, justo después de haber viajado por el mundo y de haber capturado la atención de la prensa internacional.
Fue así que llegó a Granizal, una de las comunas de Medellín, junto con su equipo, donde encontró más de 6 mil casas sin servicio de luz. Estando en esa investigación de campo, y con la certeza de que solo tenía presupuesto para iluminar 10 casas con el nuevo prototipo, anocheció y se percató de algo aún peor: en Granizal tampoco había postes de luz ni alumbrado público. De nuevo "clic", y decidió cambiar el formato por uno más incluyente.
¿El resultado? En 2014 instaló los 10 primeros postes de luz en Granizal e inició la segunda etapa del proyecto, que le fue compartida a Illac para replicarla en el mundo.
Además de la novedad de los postes (hechos con PVC, botellas de plástico, paneles solares, cables, baterías, controladores de carga, etc.), que no solo han suplido necesidades en Colombia, sino en Jamaica, Ghana, Pakistán o Chile, lo más valioso es el modelo de intervención social, en el que se destaca un taller de apropiación de la tecnología, para que los postes, al final, sean una cocreación entre el equipo de Camilo y la comunidad.
Con todo este panorama es inevitable pensar en un esquema diferente, en tanto no es una empresa que crea una fundación, sino una ONG que se convirtió en empresa.
Y la empresa, hoy día, se llama Linternet, creada formalmente hace año y medio, luego de detectar una falencia adicional en el proceso: no hay telecomunicaciones en las zonas rurales del país.
Así que ahora no solo llega la luz a través de los postes, sino que gracias a una alianza con el viceministerio TIC y los Kioscos Vive Digital, Linternet amplía la cobertura de Internet en zonas vulnerables, para que no se limite al horario de atención de estos kioscos ni a su alcance.
Siapana, en la Guajira, y Bojayá y Unguía, en el Chocó, son tan solo algunas de las zonas en las que Linternet ha abierto oportunidades para superar la pobreza. Si bien el esquema de llevar los postes y ensamblarlos en comunidad es el mismo, estos cuentan con un router wifi para acceso a internet.
Lo más importante es que es un negocio no solo rentable sino basado en objetivos de desarrollo sostenible: infraestructura, energías limpias, empoderamiento de la mujer a través de micro franquicias, etc. De hecho, gracias a esas características, aceptaron a Camilo como fellow de Ashoka, una red internacional sin fines de lucro que conecta comunidades de emprendedores sociales, escuelas, empresas y medios de comunicación para potenciar el poder transformador de la sociedad.
En cuanto a su relación con el sector educativo, ya casi culmina su carrera de administración de empresas en la Universidad EAN, en modalidad virtual. Allí no solo pudo hacer realidad su sueño universitario, gracias a una beca, sino que recibió capital semilla y, de la mano de la facultad de ingeniería, espera poder elaborar sus postes con materiales reciclados.
Y sí, toda esta historia le pertenece a un colombiano excepcional, a un colombiano que puede figurar como uno de los grandes del mundo en innovación y emprendimiento social. Sin duda, la capacidad de aprendizaje de Camilo, su resiliencia, conexión con las necesidades del otro y afinidad con el mundo de la tecnología, nos hace sentir que los líderes extraordinarios también nacen y se hacen en nuestra tierra.
Germán A. Mejía A.
bmLab Latam germanmejia@bmlab.co
ESTUDIO DE CASO
El emprendimiento social no es un mito
Un colombiano es referente mundial en la democratización de internet y de los servicios públicos.
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