Los mercados financieros internacionales cerraron el 2017 volando alto. El presidente Trump, con golpes de tambor, reiteradamente ha sacado a relucir los máximos históricos de la bolsa gringa. También están en sus máximos históricos las bolsas asiáticas y europeas (con el bono suplementario de que el euro se valorizó 16 por ciento con respecto al dólar). Argentina, Brasil y Chile brillaron en el firmamento de América Latina; Colombia, México y Perú palidecieron frente al resto del mundo.
Estados Unidos, donde se gestó la burbuja inmobiliaria y financiera que reventó en el 2008, fue el primero en salir de la recesión. Europa apenas cogió impulso en el 2017, pues a la crisis de las hipotecas basura (subprime), se sumó la de la deuda soberana y del euro. En Asia Pacífico, la desaceleración de la economía china y el crash bursátil de agosto del 2015 fueron más importantes que el coletazo de la crisis supbrime; ahora, Asia Pacífico vuelve a brillar con el auge de la industria tecnológica (electrónica de última generación y el internet de las cosas). Según el banco UBS “en los países de mercados emergentes, la tecnología obtuvo una ganancia del 60 por ciento hasta principios de noviembre, casi el doble de la utilidad del 32 por ciento del índice de los mercados emergentes en general”.
La fórmula para salir de la recesión (y de la depresión en Europa), fue una mezcla de expansión sin precedentes de la masa monetaria con un aumento del gasto público. El resultado fue el desplome de las tasas de interés en el mundo (en Suiza y Alemania los bonos de deuda con riesgo casi cero tenían una rentabilidad negativa), la caída y posterior rebote del dólar, el desplome del euro (en el 2017 empezó a levantar cabeza), el aumento del precio del oro (valor refugio), la revaluación del franco suizo (moneda refugio), la contracción del comercio mundial y la caída de los precios de los productos básicos, como consecuencia de la desaceleración de la economía mundial.
La economía mundial ha empezado el 2018 con viento de cola. El impulso generado en el 2017 por el crecimiento económico sincronizado de todas las economías (excepto la de Venezuela), se reflejará en el 2018 en un crecimiento sostenido de la demanda mundial y del comercio internacional, y un aumento de los precios de los productos básicos, todo ello acompañado de una tasa de inflación baja y controlada. Las tasas de interés en el mundo subirán y la reforma tributaria de Trump inflará las utilidades de las empresas y sus accionistas.
La Organización Mundial del Comercio estima que la tasa de crecimiento del comercio internacional en el 2018 será de 3,2, ligeramente inferior a la del 2017 (3,6 por ciento), como resultado del apretón de la política monetaria en los países desarrollados, del apretón de la política crediticia en China (para contrarrestar el exceso de deuda y de inversión), y de la protección de la industria gringa con aranceles punitivos. En el 2018 concluirá la negociación del TLC entre la Unión Europea y el Mercosur, con lo cual la primera habrá finalizado la tarea de gran aliento iniciada muchos años atrás: construir una zona de libre comercio con Latinoamérica (sin Venezuela, pues según Maduro el mundo está en su contra). Este año Trump despejará las incógnitas del Nafta y del Korus (TLC con Corea), y Theresa May decidirá si el brexit será blando o duro.
Por el lado de los mercados financieros, la prestigiosa The Economist pregunta retóricamente: Too good to last? Luego agrega que el mercado gringo está gozando del segundo auge bursátil más largo de su historia (1987-2000), y que sus acciones están muy caras –en niveles ligeramente inferiores a los de las décadas de 1920 y 1990, que dieron lugar a los respectivos crash bursátiles.
Pero, aunque todo lo que sube baja, en el largo plazo los valores bursátiles siempre suben. Es probable que en el 2018 haya una corrección.
Ahora bien, los desequilibrios provienen de choques que surgen de manera súbita e inesperada. Así como Nixon sorprendió al mundo con la suspensión de la convertibilidad del dólar y los británicos con el brexit, Trump podría sorprender al mundo con un acto de soberbia y poder que levante una polvareda.
En materia de geopolítica, los conflictos se encienden con un fósforo. Y el dinero se comporta como los ratones, al menor ruido se esconde.
Diego Prieto Uribe
Experto en comercio exterior.