A propósito de las inversiones por más de $4,6 billones que realizarán los actores privados, la Agencia Nacional de Infraestructura y el Consejo Nacional de Política Económica y Social, y que cuentan con avales definitivos por parte del Gobierno para la implementación de planes estratégicos para desarrollar mejores condiciones de flujos logísticos en el Caribe y el Pacífico, en trabajos que se implementarán en sitios como Turbo, La Guajira, San Antero, Cartagena, Buenaventura y Tribugá, con planes maestros fluviales y dragados nacionales, veamos cómo ha sido la historia portuaria en Europa Occidental en los últimos siglos.
Las ciudades medievales europeas, necesitaban asentarse en sitios estratégicos. Estos estaban ubicados no solo en rutas comerciales de fácil acceso y buena protección contra los invasores, también debían buscar comunicación directa con rutas que les permitiera llegar al mar, las cuales estaban destinadas a mover productos venideros del norte del África, Italia y Oriente, que, evidentemente, era mucho más fácil traerlos por mar que por tierra.
Para esto se construyeron grandes naves bodegones, hechas en armazones de madera, que debían permanecer atracadas por un tiempo en la costa. Paralelamente, se formarían los wiks o portus, emporios preurbanos comerciales que servían de paso a la mercancía que llegaba o se iba. La palabra portus significaba, en latín, a ‘un paso para atravesar un río, un lago o el mar’. Así, en la costa mediterránea se llamarían portus a los asentamientos de pasos comerciales, y en el norte sobre el Báltico, los vicus se conocerían como wiks.
Según el historiador José Monsalvo, los sirios, nórdicos, árabes, judíos y los frisos habrían tenido el conocimiento perfecto para la navegación marítima, y no sería sino hasta tiempos del entorno medieval renacentista, que los italianos se convertirían en excelentes navegantes por sus conocimientos astronómicos.
Los mercaderes en los wiks eran jurídicamente libres, hasta que se organizaron en hermandades llamadas gildas. Estas regularon los precios de compra y venta, y buscaron la forma de proteger la mercancía de ladronzuelos y piratas que comenzaban a ser una molestia para las coronas, que ya en ley, cobraban un impuesto por permitir su funcionamiento colateral en la demanda y oferta.
Los puertos más importantes del Mediterráneo fueron: Génova, Nápoles, Venecia, Marsella, Valencia y Barcelona, y al norte, Rotterdam, Lubeck, Riga y Lisboa. En la época de la conquista y colonización americana, el pillaje en altamar llegó hasta la política francesa e inglesa, que en su expansión sobre territorios españoles nombraron a piratas representantes monárquicos. Algunos como Sir Francis Drake, el Barón de Pointis, Barbanegra, William Parker, William Kidd, Henry Morgan y Benjamín Hornigold comandaron en el Caribe ataques a puertos y navíos, en nombre de los reyes, buscando el oro que venía del sur de los virreinatos españoles. Puesto que la inversión en los puertos colombianos es de gran valor, esperemos que no existan por ahí corsarios modernos o piratas contemporáneos viendo qué migajas le tocan. ¿Cuál será el ‘Jack Sparrow’ de esta gran inversión de puertos?
Felipe Chávez Giraldo
Historiador