A raíz de las medidas del Comité Nacional del pasado miércoles se generó mucho ruido en cuanto a que se iba a importar café a Colombia, lo cual no es nada nuevo. Resultado de los acuerdos comerciales, el país importa de legalmente café verde de Perú, Ecuador, Brasil y Honduras, por no mencionar el contrabando.
Lo nuevo es la decisión de comprar con recursos del Fondo Nacional del Café, es decir de los productores colombianos, café de otros países. Esta es la noticia. Decir que no es con dineros de la contribución cafetera (el impuesto que pagan los productores), sino con recursos de la fábrica de Buencafé, como lo dijo la Federación, es irrelevante, al final da lo mismo si se gastan la plata del bolsillo derecho o del izquierdo, los recursos son del Fondo Nacional del Café. Lo importante es, que, a pesar de las críticas de algunos dignos cafeteros y de los comentarios chauvinistas de la prensa, la medida se tenía que tomar si se quiere garantizar la competitividad de la fábrica hacia el futuro.
La razón por la que se importa café es el déficit que hay del grano para suplir la demanda de la industria nacional. En teoría, Colombia produce cerca de 1,2 millones de sacos de calidades inferiores, y la industria requiere cerca de 2 millones de sacos para atender el mercado doméstico y las exportaciones de café tostado y soluble. Por lo tanto, hay un déficit de materia prima que se cubre con importaciones. Además, es importante tener en cuenta que, para mejorar el ingreso de los cafeteros, el Comité Nacional, en octubre de 2015, siguiendo una recomendación de la Misión Cafetera, liberalizó el mercado de café. Hasta entonces, se prohibía la exportación de cafés diferentes al excelso, medida que favorecía a la industrial, en contra del ingreso de los productores. Como consecuencia de esta medida, el país ha venido exportando más de 500 mil sacos de café anuales de otras calidades que antes no podía exportar. Los actuales precios altos de la pasilla y el consumo en el mercado nacional, confirman la eficacia de la medida, pero, a la vez, la exportación de esos productos ha contribuido a agravar el déficit que enfrenta la industria torrefactora.
Frente a esto no ha quedado más recurso que importar de otros orígenes. De hecho, en el 2017 se compraron legalmente cerca de 700 mil sacos. Buencafé, la fábrica de café liofilizado, propiedad del Fondo Nacional del Café (FoNC), no queda por fuera de esta coyuntura. Buencafé es el ejemplo de éxito en la creación de valor agregado. Es la joya de la corona del FoNC. Con una producción cada año creciente, que supera las 12,500 toneladas de café soluble, utiliza 550 mil sacos de calidad inferior, los cuales se transforma en un producto, cuyas ventas dejan más de 25 millones de dólares anuales de utilidad para programas de los cafeteros. Solo para ponerlo en perspectiva, Juan Valdez, su pariente más glamoroso, solo utiliza 30 mil sacos anuales, sin mencionar sus ganancias.
Buencafé es una compañía global que vende en más de 60 países. Competir en un mercado altamente concentrado como es el del café tostado y soluble, en el cual dos empresas venden el 50 por ciento del grano del mundo, no es fácil, menos cuando sus competidores tienen la flexibilidad para optimizar el uso de la materia prima de forma más rentable. La fábrica no va a dejar de consumir el café colombiano que hoy utiliza, pero su crecimiento no puede ser limitado por las rigideces del pasado.
Felipe Robayo
Consultor