Hace unos años se publicó el célebre libro La fortuna en la base de la pirámide, cuya tesis principal es que la población de más bajos recursos –la base de la pirámide económica– constituye una verdadera oportunidad para generar nuevos negocios, mientras se aporta al desarrollo social y económico de esta población.
Esta idea es aún más evidente en las tiendas de barrio, las cuales generan inmensos beneficios para las grandes empresas y para la sociedad. No obstante, su participación en el mercado de la distribución de productos se ha visto amenazada por la proliferación de modelos de negocio más modernos, como los formatos express de las grandes superficies. Por ello, gobierno y empresas productoras y distribuidoras de artículos de consumo masivo deben sumar esfuerzos para apostarle a la competitividad y desarrollo de este comercio.
La oportunidad de las tiendas de barrio se debe principalmente a su alcance, escala, cercanía y lazos de confianza con sus clientes. Se estima que en Colombia existen unas 450 mil tiendas, y que estas representan más de la mitad del total de las ventas de productos alimenticios. Según datos de Fundes, cada una puede atender, en promedio 50 familias, lo que sugiere que, prácticamente, todas las familias colombianas somos sus clientes regulares, especialmente aquellas que residen en regiones rurales y alejadas.
En cuanto a oportunidades para las grandes empresas, como se menciona en un documento de la organización Business Fights Poverty, estas características de las tiendas contribuyen a resolver retos de negocio relacionados con acceso a mercados populares y regiones remotas, así como con la generación de conocimiento sobre estos mercados para generar productos a la medida de sus necesidades y construir lazos de confianza.
Por el lado social, también son numerosos los beneficios. En primer lugar, las tiendas de barrio generan el sustento económico de cerca de medio millón de familias, lo que las posiciona como una de las actividades que más crea empleo en el país. Además de ser la principal fuente de abastecimiento de productos de primera necesidad de miles de personas de escasos recursos en poblaciones rurales y urbanas. También, dada su cercanía con estas zonas y su capacidad para convocar y promover acciones comunitarias, las tiendas tienen el potencial de convertirse en el principal canal de información, sensibilización y ejecución de políticas públicas en diversos temas como educación financiera, inclusión digital, salud, educación y seguridad, entre otros.
Un ejemplo de que esto es posible es la experiencia del programa de fortalecimiento de tenderos de SABMiller y el Fomin, ejecutado por Fundes en seis países de América Latina, a través del cual se han promovido cientos de iniciativas comunitarias en estos y muchos otros temas.
Numerosas empresas de consumo masivo ya cuentan con programas de desarrollo de tenderos y algunos gobiernos locales, como es el caso de Bogotá, han incluido entre sus planes de desarrollo iniciativas de fortalecimiento de estas microempresas. Ahora que están de moda las alianzas público privadas, grandes empresas y gobierno deberían promover una acuerdo para promover la competitividad y desarrollo de las tiendas de barrio en Colombia, y así generando beneficios sociales con retornos económicos.
José Mauricio Cano G.
Gerente de Fundes en Colombia
jmcano@fundes.org
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La fortuna en las tiendas de barrio
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