Mientras nuestra banca central y Gobierno discuten medidas para reanclar precios y defender el grado de inversión, sigue siendo importante mantener una perspectiva realista de lo que puede y no puede lograr nuestra política local.
Con la inflación es más sencillo, ya que el Banco de la República ha sido bastante paciente explicando que la subida de tasas nunca estuvo diseñada para cambiar el clima o detener el dólar, sino como una señal de compromiso hacia las metas de largo plazo.
Con la reforma tributaria, y probablemente por lo difícil que será tener una que llene los requisitos de las agencias calificadoras, se tiende a pensar que, con una que pase el filtro el grado de inversión, queda a salvo.
Esta forma de pensar reduce el duro aprendizaje de los dos últimos años: las crisis en precios y deuda en Colombia tienen su origen principal en el dólar.
Así que, sin una revaluación importante ninguno de los dos problemas se va a ir. En pocas palabras, la tasa del Banrepública por sí sola no va a llevar la inflación al rango meta ni siquiera si produce una recesión, ni la reforma tributaria va a garantizar el grado de inversión, así sea la más completa posible.
EL ROCK DE LA INFLACIÓN
La memoria colectiva hace pensar que el estado natural del IPC en Colombia es entre el 2% y el 4%.
Después de todo, en el 2009 no sólo se logró reducir la inflación del 8% al 2%, sino que después vinieron cinco años con una bajísima volatilidad dentro del rango esperado.
No obstante, pocos mencionan que este logro vino acompañado por una revaluación histórica en el 2009 (-35% desde sus máximos) y después por una estabilidad de la divisa nunca antes vista alrededor de los 1.800 pesos, también hasta el 2014.
Nuestro punto es que, si bien fue un choque de dólar al alza el que nos sacó del rango recientemente, también fue uno a la baja el que nos introdujo y mantuvo allí. El dólar importa en ambas direcciones.
Por lo tanto, una expectativa de estabilización de la moneda alrededor de los 2.900 pesos implicaría una revaluación de -14% desde los máximos del año.
Suficiente probablemente para bajar al rango de 5%-6%, pero no para retomar el anterior.
El único argumento que queda es que una desaceleración económica fuerte sí podría ponerles freno a los precios. Esto no es lo que se ha observado.
Países similares al nuestro con altas correlaciones entre dólar e inflación acaban de pasar por recesiones muy largas e inflación creciente (Brasil y Rusia), siendo la realidad reciente más bien al contrario.
A mayor crecimiento, menor inflación, si este viene acompañado por recuperación de materias primas y dólar débil.
LA MEJOR REFORMA SOLO NOS ESTABILIZA
Bajo la misma perspectiva, hay que comprender que el problema de la deuda colombiana viene en dos direcciones.
El aumento del déficit fiscal del 2,4% al 3,9% en dos años fue ocasionado por los menores ingresos petroleros y bajo crecimiento económico.
Y el incremento de la deuda sobre PIB externa (de 24% a 44%) y total del Gobierno (de 35% a 42%), en el mismo periodo, fue ocasionado en parte por las variables anteriores, pero sobre todo por la devaluación. Esto, a tal punto que, si el dólar hoy cayera a 2.000 pesos las tasas serían 25% y 36%, respectivamente.
¿Entienden el dilema?Mientras es necesario cerrar el hueco fiscal para evitar que el stock de deuda crezca, una reforma tributaria que logre cerrar la brecha como lo plantea el Gobierno (3,3% en 2017 y 2,7% en el 2018), junto a un dólar estable, lograría detener la deuda sobre PIB alrededor de 45% por un par de años.
Esto es más del doble que lo que tiene el promedio de países con calificación soberana igual a la nuestra.
INTERVENIR O INTERVENIR
El mensaje no es en contra delas respuestas de política, sino lo contrario: advertir que en un entorno de dólar estable o al alza, tanto la reforma tributaria como el incremento en tasas son actos mínimos de compromiso.
Nos compran tiempo mientras la divisa continúa estable y no están diseñados para sobrevivir otro choque devaluacionista. De lo mismo se desprende que dejan de ser necesarios si la revaluación regresó para quedarse.
Terminar concluyendo que el rumbo del dólar es importante para la economía sería una sobresimplificación.
Las discusiones locales continúan viviendo esta crisis en materias primas como si fuera su primera, sin entender que nuestras reacciones de política local, aunque relevantes, no son decisivas, por lo tanto fallando en cada pronóstico económico.
Nuestro punto es sencillo. Ninguno de los logros económicos de los últimos 10 años se va a mantener mientras el petróleo no regrese por encima de los 60 dólares por barril y el dólar baje de 2.700 pesos.
No importa qué tipo de medidas o reformas se tomen localmente, esto en gran parte porque fueron estas mismas variables las que los hicieron posible en primer lugar.
Felipe Campos
Gerente de Estrategia en Alianza Valores
coyuntura
Más allá de la reforma tributaria
Mientras la banca central y el Gobierno discuten medidas para reanclar precios, es importante mantener una perspectiva realista.
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