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Minería: palanca del desarrollo

Esta es una fuente confiable de energía, que al conjugarse con otras, permitiría proveer de electricidad a más de 1,2 billones de personas.

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La extracción minera y la producción de hidrocarburos son algunas de las actividades económicas más estigmatizadas de Colombia, a pesar de que históricamente han aportado a la economía del país de manera significativa con la generación de empleo de calidad, pago de impuestos, contribuciones, regalías e importantes inversiones sociales y ambientales en las regiones de operación.

Se ha creado en el imaginario que el desarrollo minero y la protección social y ambiental no pueden coexistir, y a partir de esa premisa errada han surgido grupos de oposición al sector que no admiten controversia y ejercen su activismo sin distinguir entre aquellos que ejercemos minería de forma responsable de los que son depredadores del entorno y los ecosistemas sociales y ambientales. Es común escuchar aseveraciones en contra de la minería, fundamentadas en percepciones y posiciones ideológicas que no permiten sostener un debate informado desde el punto de vista técnico, social, ambiental y económico. Estas prácticas ponen en riesgo el importante rol que la minería bien hecha representa para el progreso del país.

Colombia es un país minero. Fue este sector el que impulsó el crecimiento en el siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Gracias a la minería llegaron inmigrantes, los cuales junto con emprendedores locales crearon empresas que son orgullo de nuestra sociedad. El mismo orgullo lo deberíamos tener en el caso de la industria del carbón, que en menos de 30 años se ha convertido en uno de los principales productos de exportación, y es parte esencial en la cadena de valor donde se genera el 40% de la energía eléctrica que se consume a nivel global. Si bien en nuestro país solo un 8,2% de la energía eléctrica se produce en centrales térmicas operadas con carbón, en países como India, Turquía, Alemania o Australia supera el 60%. Esto quiere decir que un alto porcentaje de la población mundial y del sector productivo y de servicios dependen hoy de nuestro carbón.

Además de ser necesario para la generación de energía, más de 7.800 millones de toneladas del combustible se consumen anualmente para la producción de hierro y acero, fabricación de cemento y papel, en la industria química y farmacéutica y como combustible líquido. La innovación y los desarrollos tecnológicos permiten hoy la reducción y la captura del CO2 con lo que se consigue una producción más limpia y eficiente de energía, y se contribuye a la reducción de gases de efecto invernadero para cumplir con las metas que se establecieron en París. Estas tecnologías se están utilizando en Asia con resultados palpables.

Según el IEA Coal Industry Advisory Board, por cada punto porcentual que se logre en eficiencia, las emisiones de CO2 se reducen en aproximadamente 2.5%, resultado muy superior al que se logra con otras tecnologías.

Es natural preguntarse si hay alternativas a la generación de electricidad con fósiles no renovables. Las nuevas energías renovables, que van desde la producción aprovechando el agua, sol, aire y la biomasa, representan hoy un el 4% de la generación de energía a nivel global. Sin embargo, y según el Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos (WWAP) de la UNESCO, las fuentes de energía renovables por sí solas no serán suficientes para satisfacer el aumento de la demanda energética para 2030 y por esta razón, la extracción de combustibles fósiles y el desarrollo de la energía nuclear mantendrán su participación en la matriz global.

Las compañías tenemos el reto de operar bajo estándares sociales y ambientales cada vez más exigentes, que permitan hacer minería competitiva, incluyente, resiliente y sostenible; con programas que prevengan, mitiguen y compensen impactos en los ecosistemas donde se desarrollan las operaciones durante el ciclo de vida de cada proyecto, como lo propone el Grupo de Dialogo sobre Minería en Colombia (GDIAM). Un ejemplo de éstos es el programa de rehabilitación de tierras intervenidas por la minería que realiza Cerrejón, reconocido como una de las mejores prácticas de la industria minera a nivel global y con el cual se han recuperado 3.674 hectáreas, equivalentes al 96% de las áreas que ha liberado la operación. En estas zonas se han sembrado más de 1,6 millones de árboles de especies nativas de bosque seco tropical y se han convertido en refugio de fauna silvestre y en un laboratorio vivo para la investigación de ecosistemas vulnerables y amenazados. Una clara demostración del éxito del proceso.
El carbón es fundamental para el mundo y lo seguirá siendo; mantendrá un rol clave en la generación de energía para cubrir la demanda creciente de los países, especialmente en Asia.

Es una fuente económica y confiable de energía, que al conjugarse con otras, permitiría proveer de electricidad a más de 1,2 billones de personas que hoy no tienen acceso a energía eléctrica y la cual suplen parcialmente utilizando leña que consiguen vía deforestación de subsistencia, afectando los bosques nativos y por ende agotando los nacimientos de agua. Sin duda, el acceso a energía eléctrica es un motor del desarrollo y un pilar esencial en el incremento de calidad de vida de las sociedades.

Los más de 12,000 colaboradores de Cerrejón nos sentimos orgullosos de ser parte de una empresa que hace minería legal y responsable, que contribuye al desarrollo de La Guajira y es un aliado para el presente y el futuro del departamento.

Lina Echeverri
Vicepresidente de asuntos públicos y comunicaciones de Cerrejón

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