El liderazgo es un arte, un privilegio y una herramienta fundamental para generar importantes trasformaciones a través de propósitos de valor que en una sociedad como la actual deben garantizar la equidad y la posibilidad de que las mujeres crezcamos profesionalmente.
Contar con mujeres empoderadas, tomadoras de decisiones y administradoras de recursos desde el nivel comunitario hasta los niveles organizacionales más altos en las grandes corporaciones y gobiernos genera valor, el mismo que produce la diversidad, y es un elemento que, si continuamos promoviendo, transformará nuestras perspectivas futuras en términos de desarrollo sostenible.
Un estudio realizado a 745 líderes –mujeres y hombres– en Estados Unidos, por el Center for Creative Leadership demuestra que las entidades con un alto porcentaje de mujeres tienen una mejor cultura organizacional, donde existe un espacio de trabajo agradable que se adapta a su vida personal y genera oportunidades para hacer una diferencia real en su entorno. También, afirma que las personas con jefas aseguran sentir mayor apoyo en su desarrollo profesional que las de jefes masculinos.
Ese desempeño también se refleja en el progreso económico de las compañías y países. Un estudio de la organización británica ActionAid muestra que cerrar la brecha de participación de la mujer en la fuerza laboral en Latinoamérica podría subir el PIB hasta en 53%.
Lo anterior lo corrobora y promueve Christine Lagarde, directora del FMI, y primera mujer en dirigir esa entidad. Según ella, eliminar las brechas de género en la participación económica puede implicar aumentos en los ingresos.
Sin duda, el 2017 nos permitió generar conciencia de la importancia de que las mujeres tomen roles de mayor relevancia en los escenarios laborales, y de que se sientan empoderadas y con capacidad de liderar. Ejemplo de esto fue el más reciente informe de Merco sobre líderes con la mejor reputación del continente, en el que ubicaron a nueve colombianas en el top 100; hace unos años, solo había tres.
Es por esto que cada año el enorme reto es ir mucho más allá y encontrar espacios más notables en los que la mujer pueda participar y generar transformaciones reales. Como mujeres líderes tenemos la gran responsabilidad de desarrollar el talento femenino y ampliar nuestra base de mujeres en la organización. Trabajar e implementar una cultura de diversidad e inclusión en los lugares de trabajo será una herramienta fundamental que garantizará la innovación y el compromiso de toda empresa.
El mismo estudio del Center for Creative Leadership nos indica que las mujeres también buscan un trabajo que se conecte con sus valores y propósitos personales, y en ese sentido es también necesario que las políticas de inclusión se enfoquen, especialmente, en empoderar, permitir el crecimiento y promover que ellas lideren y ocupen cargos de alta gerencia, así como asegurar condiciones internas para atraer y retener el talento femenino.
Los datos comprueban, nuevamente, que apostarle a la educación, el emprendimiento, el liderazgo y el bienestar de la mujer es aportar al incremento del PIB nacional, a la creación de nuevas empresas y, en general, al desarrollo del país y la región. Es imprescindible que las compañías impulsen la creación de políticas inclusivas, donde sea prioridad abogar por el liderazgo de la mujer.
Mónica Contreras
Gerente General Territorio Andino PepsiCo Alimentos