Para motivar el tema de este artículo es pertinente contrastar el vigor y contundencia con la cual el actual gobierno enfrentó la etapa de negociación del proceso de paz hasta llegar a la firma de un acuerdo, su modificación y las variantes posteriores introducidas por la Corte y el Congreso, con el inicio de su ejecución o posconflicto, que, según la Corte, exigirá un periodo largo (20 años para la justicia transaccional). En el camino se han desacelerado temas de gran relevancia para el crecimiento futuro y para la consolidación que todos los colombianos quieren de una paz estable y duradera. En razón a la brevedad, se enunciarán algunos de estos temas.
Debe advertirse también que otros factores como los desaforados procesos de corrupción y la proximidad en el tiempo de un nuevo gobierno, han contribuido a esta desaceleración. Pero es responsabilidad de este gobierno, como del nuevo que tome las riendas, dar continuidad a estos temas centrales.
Como nota preliminar es importante señalar que no es suficiente para la financiación adecuada de programas y proyectos, como algunos candidatos están planteando, asumir que con la aceleración del crecimiento y la restricción de la evasión, que son factores que usualmente no producen réditos en el corto plazo, creer que las finanzas públicas se encargarán de ajustar con estos dos elementos sin un esfuerzo tributario y de restricción en el gasto.
Si se quiere consolidar la credibilidad internacional del país y por fin avanzar en una de las restricciones de crecimiento del PIB potencial, el ambicioso programa de infraestructura planteado por este gobierno debe retomar su senda, dando nuevamente confianza a los inversionistas nacionales e internacionales que se han empeñado en participar, en mejorar y dilucidar algunos de los tropiezos que se han presentado en el camino. En este frente pueden registrarse como buenas noticias instituir pliegos estándar para las licitaciones de las nuevas concesiones y la definición de un nuevo programa de vías terciarias que den salida a los productos agrícolas. Adicionalmente, debe darse nuevo vapor a las asociaciones público-privadas que han dado tan buenos resultados en otros países.
Definitivamente, el país debería tener un gran consenso sobre la importancia de profundizar nuestro desarrollo agropecuario como uno de los elementos cruciales para afianzar la competitividad y la equidad social. En este frente están rezagadas las reglas del juego claras y confiables para el mediano y gran inversionista sobre la propiedad de la tierra, así como el establecimiento técnico de un buen sistema de catastro en todo el país. La buena noticia en este campo consiste en la generación de nuevas reglas del juego para el apoyo del Estado al desarrollo de ciencia y tecnología para pequeños y medianos proyectos productivos.
Este gobierno ha avanzado notablemente en asignar recursos para la infancia y los distintos niveles educativos. Deja un camino apenas iniciado sobre los aspectos de calidad.
En el frente energético, la diversificación de fuentes de energía ambientalmente sostenibles está apenas en etapa de experimentos piloto. Las reglas del juego sobre fracturación hidráulica para la extracción de hidrocarburos y su potencial deben hacerse más visibles.
También puede enunciarse la profundización del acceso masivo por parte a los sectores de población más vulnerables a las nuevas tecnologías de información.
El propósito principal de enunciar como ejemplos estos temas pendientes indica la conveniencia de establecer dentro del proceso electoral la discusión sobre temas de interés nacional y la necesidad de consolidar unas reglas de transición entre gobiernos que permitan estabilidad y consolidación en las políticas relacionadas con estos campos.
Lis Alberto Zuleta J.
Consultor empresarial