Aunque no sea grato enfrentar esta realidad, muy pronto el país debe atender y discutir una reforma pensional que apunte a ofrecer, en el largo plazo, un futuro más estable para las siguientes generaciones. Los candidatos presidenciales han empezado a plantear algunas posibles modificaciones, pero es necesario ahondar en las variables técnicas que deben cambiar.
Así las cosas, la situación pensional no es un asunto menor y la perspectiva de que empeore, en caso de no reformarse, no es buena. Lo anterior, explicado por el pasivo pensional y su impacto fiscal, los 41 billones que este año destina la Nación para el pago de mesadas y la absurda inequidad de los regímenes exceptuados, con un elemento adicional, la dependencia cada vez mayor entre el dinero para pagar las pensiones y los aportes de los jóvenes que ingresan al mercado laboral formal (Pensions at a Glance, Ocde 2017), lo cual implica un enorme desafío en términos de generación de empleo para las edades tempranas.
Dicho lo anterior, para entender mejor la situación del sistema general de pensiones, podemos hacer una analogía con un hogar, en el cual los gastos sean superiores a los ingresos. En esa condición, la familia debe hacer esfuerzos que incomodan, pero que son esenciales para su estabilidad actual y futura. Igual sucede con el sistema general de pensiones en Colombia, pensando en lo socialmente conveniente, para tener un país con más adultos mayores pensionados y con unas finanzas públicas sostenibles.
En ese orden de ideas, las acciones que debe emprender nuestro país van en diversas direcciones: aumentar ingresos, subir el porcentaje de cotización, incrementar el número de cotizantes y gravar las pensiones de mayor valor. Además, racionalizar gastos: eliminar regímenes exceptuados, modificar la fórmula como se calculan las mesadas en el fondo público y generar cambios paramétricos relacionados con la edad de retiro.
Veamos a continuación, con mayor detalle, algunas de estas variables.
* Subir la tasa de cotización. Es una medida que impacta tanto a trabajadores como a empresarios. En principio, me parece adecuada, pero le veo un problema, puede desestimular la generación de empleo, por el mayor costo de incrementar puestos de trabajo formales.
* Aumentar el número de cotizantes. Se puede impulsar a través de beneficios tributarios a las empresas que contraten personas mayores de 50 años, lo cual sería beneficioso para ese segmento de la población, con el propósito de alcanzar sus requisitos de pensión. En general, a las personas que se acercan a la edad de jubilación, cada vez les resulta más difícil conseguir un empleo estable, lo cual las aleja de la posibilidad real de adquirir los derechos para alcanzarla. Aunque hoy se observa un hecho un tanto contradictorio, las compañías quieren emplear a personas competentes, independiente de su edad. Pero la estabilidad laboral, reforzada por la proximidad a pensión, dificulta que un trabajador ineficiente sea despedido, lo cual ha generado que muchas organizaciones se abstengan de contratar personas con relativa cercanía a su momento de retiro, porque les preocupa que el marco legal les impida prescindir de los servicios de un trabajador que no genera valor.
* Gravar las pensiones de mayor cuantía. Partiendo del hecho de que nuestro sistema pensional es altamente inequitativo y de que tenemos mesadas exageradamente desproporcionadas –hasta de 28 millones de los congresistas–, estoy de acuerdo que tengan un impuesto las mesadas de rango alto. Mi preocupación en esta dimensión ha sido que posteriormente se extienda el gravamen a todas las pensiones, con lo cual estoy totalmente en desacuerdo. Tenemos un antecedente histórico que es útil para entender el posible riesgo para los trabajadores: lo sucedido con el cuatro por mil, el cual, en sus inicios, era transitorio y con una carga impositiva menor. Actualmente, es permanente y difícilmente se reducirá.
* Eliminar los regímenes especiales. Hay una minoría que tiene unas condiciones pensionales excesivas, que todos los colombianos financiamos. Soy optimista por naturaleza, pero veo difícil que, quienes, de una parte hacen las leyes (congresistas), y de otra las deben hacer cumplir (magistrados), renuncien a sus privilegios en materia pensional.
* Transformar la manera en que se otorga el subsidio en los fondos públicos. Esto significa orientar la ayuda del Estado en los trabajadores que ganan uno o dos salarios mínimos, con el propósito de incrementar la cobertura pensional. En Colpensiones, las personas de ingresos más altos son los que reciben los mayores subsidios públicos. Lo cual, socialmente, no hace sentido.
* La formalidad es el gran motor de la solución a muchas de las dificultades en materia pensional. Si exite mayor formalidad laboral, automáticamente se aumenta el número de trabajadores que cotizan, lo que incide positivamente en la generación de ingresos para el sistema de pensiones en general y mejorando sustancialmente la dinámica en su conjunto.
En mi opinión, es la primer reforma que el próximo presidente debe presentar al Congreso de la República, en procura de un futuro más estable para nuestros hijos y nietos.
Marcelo Duque Ospina
Ph. D. - Director de Cómo me Pensiono.