Hace poco mi hijo Salvador estaba en mi escritorio observando lo que hacía, fascinado por todo, comprando en bajos, vendiendo en altos; seguro que pensaba estar viendo al mismísimo Lobo de Wall Street.
Después de un rato se inclinó y preguntó de una manera muy práctica: “Papá, ¿es verdad que si mueres obtengo tu trabajo?” La pregunta no mereció respuesta.
Más tarde le pregunté por qué quisiera madrugar, estresarse y perder el pelo prematuramente la respuesta fue simple: ya ha decidido que las finanzas implican un alto rendimiento financiero.
En conversaciones posteriores he intentado hacerle ver que los tiempos están cambiando y que los días de Bud Fox y Jordan Belfort quedaron en el pasado.
Recientemente estuve en esa Wall Street de Bud Fox e incluso es una referencia inapropiada, la mayoría de los grandes bancos están ahora repartidos por Manhattan, lo que es un alivio ya que la NYSE está mal ubicada: la mayoría de los clientes están a kilómetros de distancia, en midtown.
Después de visitar a mis viejos amigos repartidos por la isla me di cuenta de algo: la palabra ‘viejo’ era extremadamente relevante.
Luego de llamar a la mesa de trading, mi contacto dijo que enviaría a alguien a buscarme -cuando llegó a la recepción el muchacho de unos veinte años, más niño que adulto, caí en cuenta que era la primera persona menor de 40 con quien yo tenía contacto en los últimos cuatro días.
Desde que dejé Nueva York para venirme a Colombia, ha habido un cambio radical en los Estados Unidos debido a la crisis financiera de 2008 y la implementación de regulación con leyes como la Dodd-Frank (2010).
El recién posesionado presidente Trump ha hecho alusión a derogar algunos aspectos de la ley, pero cambios grandes son poco probables.
Desde 2008, a pesar de la recuperación de los mercados, la recuperación del talento y la compensación no ha logrado mantener el ritmo, para quienes trabajan en acciones una bonificación ha retomado su significado original, atrás quedaron los días en que se recibían varios múltiplos del salario anual.
Cuando le pregunté a los veteranos de Wall Street dónde estaban los jóvenes la respuesta fue simple: con la contracción en la compensación, la brecha de ingresos entre el sector financiero y el resto de sectores se ha cerrado, a tal punto que el atractivo de Silicon Valley está de regreso.
¿Quién quiere levantarse a las 5 de la mañana para que le griten todo el día por un bajo salario? Quienes trabajan en las mesas son los veteranos, suficientemente satisfechos de tener un trabajo en la medida en que los algoritmos y robots lentamente ganan espacios en medio de comisiones cada vez más pequeñas.
Las menores bonificaciones son una realidad que tienen que aceptar, pues para la mayoría, después de 20 o más años en el mercado de valores, un cambio de sector es imposible debido a su limitado conjunto de habilidades.
Londres no es diferente, hable con alguien que haya estado en Square Mile tiempo suficiente y felizmente le dirá que experimenta la misma escasez de sangre fresca que busca entrar al sector financiero y que si no se está más cerca de la jubilación que de la graduación, se tienen muy pocas posibilidades de hacer una fortuna.
Como en cualquier profesión hay por supuesto excepciones, sin embargo, hace años no era una excepción pagar el crédito de vivienda a los 35 y estar listo para una feliz jubilación a los 45; esa era dorada está desapareciendo más rápido que el pelo de los veteranos.
Incluso ahora una nueva legislación impulsada por la UE está llevando a los del sector a la desesperación: el Mifid II es el último decreto que tiene a la vieja escuela rascándose la cabeza intentando decidir si son corredores, contadores o agentes de viajes; el juego ha cambiado pero los jugadores son los mismos.
Ningún mercado es una isla y Colombia está experimentando el contagio, las comisiones se han contraído poco a poco, la compensación cae y uno se pregunta si con el tiempo el sector financiero tendrá los mismos problemas a la hora de atraer sangre nueva; en los últimos dos años el sector real ha comenzado gradualmente a atraer más talento desde el mercado de valores y esto puede volverse tendencia si las ganancias no valen la pena.
Como en todos los países la regulación se revisa constantemente, como debe ser; es parte vital de la industria y primordial en la protección del inversionista.
Sin embargo, en Colombia puede ser un equilibrio más delicado porque a pesar del crecimiento la década pasada, la BVC sigue siendo un mercado naciente.
En otras palabras, los mercados desarrollados son adultos, más resistentes al mundo; Colombia es todavía un adolescente que busca su camino, ansioso por encontrar su lugar pero más propenso a sentarse en la esquina frustrada si las cosas parecen difíciles.
Así que a mi hijo le diría que el trabajo puede parecer glamoroso en este momento pero ha cambiado para siempre, de hecho sigue cambiando y en un par de décadas, cuando salga de la universidad, será irreconocible.
Rupert James Stebbings
Vicepresidente comercial de Renta Variable Valores Bancolombia
coyuntura
¿Qué tienen en común los veteranos de Wall Street y las aspiraciones de un niño de 12 años?
El trabajo en el mercado de valores puede parecer glamoroso en este momento pero ha cambiado para siempre, especialmente después del 2008.
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