Hace un par de semanas Planeación Nacional publicó en su web el borrador del documento ‘Estrategia para la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en Colombia’, como ruta de trabajo para que el país cumpla al 2030 con las metas establecidas por la agenda global de los ODS. Los Objetivos son “un conjunto de 17 objetivos y 169 metas destinadas a resolver los problemas sociales, económicos y ambientales que aquejan al mundo”, esperando alcanzarlos entre el 2015 y el 2030.
Arrancamos con un periodo más corto, pues hace ya casi dos años, esperábamos dicha estrategia. Bueno, pero parece que arrancamos.
Después de una lectura del documento, se pueden identificar al menos tres campos importantes en los que debería mejorar la propuesta para que sea una ruta más robusta de acción para Colombia.
La primera es superar la visión de ‘arriba-abajo’ para la implementación, la medición, el seguimiento y la articulación de iniciativas. Si bien se entiende que el documento traza las responsabilidades y los roles del Gobierno Nacional, deja por fuera capacidades de actores locales y no gubernamentales que ya llevan a cabo iniciativas importantes, con una gran apropiación institucional de los ODS.
La segunda dimensión de mejoramiento es que, si bien en varios casos el documento plantea metas para cada uno de los ODS a nivel nacional y regional, lo que resulta rescatable en función de mantener un tablero de control de avances y retos, hay metas que parecen poco ambiciosas, considerando que se cuenta con 15 años para lograrlas.
Llama la atención la poca ambición frente a los indicadores de desigualdad, como el coeficiente de Gini, la brecha de ingreso, o la mortalidad por desnutrición. Esfuerzos en estos campos, y en general en los ODS distintos al gobierno, podrían capturarse si se concibiera un ecosistema abierto de datos y medición, como es recomendable.
Por último, un camino para superar la tensión entre la necesidad de cumplir con los mandatos a nivel global y las realidades y contextos territoriales que es el lugar, en definitiva, donde deben ocurrir las transformaciones necesarias para ello, es buscar sombrillas de articulación y darle más preponderancia al desarrollo rural. Sombrilla que articule, por ejemplo, la estrategia de Crecimiento verde, la implementación de la agenda de paz y los planes de desarrollo agrícola con enfoque territorial. La coyuntura del posacuerdo demanda indicadores que monitoreen la aplicación efectiva de la reforma rural integral, en pro de mejorar las condiciones en la ruralidad y garantizar la seguridad alimentaria.
Contar con una ruta nacional es, sin duda, un paso adelante para tener claridades y áreas de gestión comunes para alcanzar los ODS al 2030. Pero es necesario que en esa construcción se tengan elementos suficientes para dar cuenta de lo que efectivamente sucede en nuestros territorios, mantener un esfuerzo institucional articulado y pertinente, y conectarlo con las tendencias y compromisos globales de actuación. Solo así lograremos que una agenda de semejante importancia, que tenga valor práctico y sinérgico para todos.
Para un análisis completo del documento Conpes ver www.proantioquia.org.co
Rafael Aubad L.
Presidente Proantioquia