Nuevamente Cartagena tiene alcalde encargado y la ciudad volvió a quedar sumida en la crisis administrativa que, aunque viene de tiempo atrás, estalló en los últimos 6 años para posicionarse como la más profunda en la historia reciente. El pasado 1 de junio celebró su cumpleaños 485 y aunque los relatos de la Heroica siguen siendo fascinantes para turistas y locales, no podemos borrar de sus páginas que desde el 2013 ha tenido 8 mandatarios: tres electos, dos encargados y tres designados por el presidente Juan Manuel Santos.
Esta fragilidad gubernamental la profundizan los 12 concejales presos y una corrupción que tan campante se pasea por las calles de la ciudad amurallada como una afrenta para ese millón de personas que habitan la tercera ciudad del país donde más han crecido la pobreza y la pobreza extrema en los últimos años, según el Dane.
Cartagena, que registró en el 2012 el tercer PIB por habitante más alto del país, equivalente a $15,6 millones, convive con un vergonzoso contraste: hay como mínimo 20.000 personas en zonas de alto riesgo o de invasión, 72.000 que no cuentan con servicio de acueducto, 226.000 en viviendas sin alcantarillado y 68.000 niños en edad escolar que no asisten a la escuela, de acuerdo con datos del Sisbén en el 2016.
La crisis es real y la necesidad de actuar, urgente. Por fortuna, y en medio de panoramas tan desalentadores, siempre hay iniciativas valientes que se gestan en esa búsqueda de una real transformación y hoy me refiero específicamente al Plan Maestro de Educación, una estrategia multisectorial producto de un juicioso estudio para proponer caminos posibles hacia una educación con sentido humano y pertinencia regional. Cuenta con cuatro programas asociados a cobertura, calidad, pertinencia y gestión educativa.
Dos de las características más rescatables de esta iniciativa: su construcción participativa, en un ejercicio de integración de actores que tardó cerca de dos años, y la formulación de una propuesta de política pública de largo aliento, con un horizonte temporal de 15 años, cualidades claves para la construcción de iniciativas reflexivas y propositivas frente a un asunto tan central como la educación para la disminución de brechas sociales.
La participación de cerca de 2.400 actores permite que –y gracias por supuesto al comprometido liderazgo de la Fundación Mamonal– se genere una apropiación colectiva y social de los temas educativos. El reconocimiento de la importancia de este campo para el desarrollo regional debe ser una tarea de todos los actores sociales. Y es, a través de su inclusión en la construcción de agendas, como puede materializarse.
La creación de políticas públicas que trasciendan los periodos de las administraciones locales es una oportunidad para apuntar a la construcción de programas y proyectos que lleguen a la madurez suficiente para tener impactos. Una lección bastante oportuna para el país en función de mantener las iniciativas que se han mostrado exitosas desde procesos rigurosos de evaluación de incidencia e impacto.
Cuando el panorama se torna turbio siempre es útil apelar a los ejercicios de inteligencia colectiva y generar reflexiones que lleven a propuestas concretas de transformación para la inclusión de métricas y el desarrollo de programas de largo aliento. La educación requiere pasar del dicho al hecho y las políticas públicas pueden ser un verdadero insumo para dotar a las regiones de procesos sostenibles y pertinentes.
Rafael Aubad López
Presidente de Proantioquia