La superación de la pobreza sin distinción de latitud, requiere de los distintos actores sociales y, más fuerza, del sector privado, no solo generando riqueza y puestos de trabajo, sino siendo pieza clave en la construcción de sociedades más equitativas.
Con el tiempo, la responsabilidad social corporativa (RSC) ha adquirido importancia como resultado de un cambio de paradigma. Bien lo menciona Michael Porter respecto de entender la responsabilidad social empresarial (RSE) como la inclusión de temáticas de naturaleza ética al interior de la visión estratégica de una compañía. De igual manera, la define como la voluntad de grandes, medianas y pequeñas empresas de gestionar las temáticas de relevancia social y ética al interior de su actividad y en relación a los segmentos de interés, más allá de la obligación con las leyes vigentes. Aquellas premisas, poco a poco han comenzado a calar en la mente de nuevas generaciones que jalonan la economía en todo el mundo.
En Colombia, un país rico, pero profundamente desigual (el segundo más desigual de A. Latina, según cifras del Banco Mundial), a lo largo de los años que Techo lleva trabajando, hemos constatado cómo el rol del sector privado para construir un país más justo ha experimentado una transición de la filantropía y caridad hacia una RSE estratégica. El sector privado ha aprendido que la RSE no es altruismo, sino una dimensión mayor que impacta positivamente la competitividad, el crecimiento y el desarrollo del país.
Asimismo, hemos sido espectadores y protagonistas de cómo muchas empresas han incorporado la RSE al corazón de su gestión, cuyo motor, lejos del solo marketing, ha sido la vocación genuina por el bienestar de los públicos con que se vincula.
Asumiendo que nuestra experiencia no es absoluta ni aplicable a todo el sector social, en Techo hemos tenido el privilegio de vincular empresas nacionales y multinacionales a la superación de la pobreza en los asentamientos de Colombia, aportando a que hicieran propia la misma bandera que mueve a tantos vecinos de los barrios que intervenimos, así como de los 50 mil voluntarios movilizados durante la década de trabajo que llevamos en el país.
Las más de 800 jornadas de construcciones en formato de voluntariado corporativo que hemos llevado a cabo, son ejemplo elocuente del compromiso de un sector privado que cree en una nación donde todas las personas puedan ejercer sus derechos. Los más de ocho mil colaboradores de empresas aliadas de Techo, que han participado en la construcción de viviendas para familias en situación de pobreza, capacitando en oficios a vecinos de los asentamientos, o enseñando a niños que participan en el Programa Educación para la Paz, lo entendieron, volviéndose agentes de cambio.
Sí, Techo cumple años y tenemos que alegrarnos por los logros alcanzados y por haber actuado como espacio de encuentro entre personas que, a pesar de sus diferencias, origen y experiencia de vida, se han dado cuenta de que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. No obstante, el 28 % de la población que aún vive en situación de pobreza o de pobreza extrema nos desafía a trabajar con más fuerza y a seguir convocando actores que, al igual que nosotros, se ocupen por una realidad que a nadie puede dejar indiferente.
Hoy, desde la sociedad civil, invitamos al sector privado a sumarse a una tarea tan difícil como posible: hacer de Colombia un país sin pobreza, en paz y donde todas las personas tengan oportunidades para desarrollar sus capacidades.
Santiago Cano S.
Gerente General de la Fundación Techo Colombia