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El socialista Sanders podría
ayudar a elegir a Trump

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Algo desconcertante de nuestras acciones es que a veces terminamos consiguiendo exactamente lo contrario de lo que nos proponemos. Esto ya era sabido por lo griegos: Edipo huye de su tierra para evitar cumplir el oráculo y es justamente esta huida la que le lleva a encontrar y dar muerte a su verdadero padre.

Los partidarios de Sanders y de las ideas socialistas que representa lejos están de imaginar que su entusiasmo podría terminar siendo clave para Trump si este resulta elegido como candidato republicano. Es decir, que si las ideas socialistas de Sanders triunfan entre los demócratas, quizá las ideas contrarias de Trump triunfen en el país. Y al contrario, que si fracasa Sanders en su intención de ser candidato, quizá también lo haga Trump como candidato presidencial.

El supuesto básico de este análisis es que un votante preferirá al candidato que esté más cerca de sus ideas, aunque no sea de su partido. Si esto es así, por ejemplo, un demócrata moderado votará por un republicano de centro antes que por un demócrata radical.

Si mentalmente organizamos a la población estadounidense según sus preferencias políticas, de izquierda a derecha, algunos más hacia los extremos y otros más hacia el centro en el que el color político se diluye, encontraremos que con solo dos candidatos, estos se repartirán los votos de la siguiente forma:

* Todos los que sean más “radicales” que el candidato de su partido, votarán por él.
* Los que estén hacia el centro, entre las posturas de los dos candidatos, se repartirán,
mitad para cada uno, con independencia del partido. Es decir, conforme un candidato se radicaliza, pierde los votos del centro de su partido.

Siendo así, resulta claro que la posición lógica de un candidato que pretende obtener la mayor votación posible es acercarse al centro del espectro para atraer a los moderados del otro partido. Como esta es la estrategia óptima para los dos candidatos, no es raro observar que en estas situaciones los dos candidatos, aunque de distinta ideología, estén tan cerca uno del otro, y a veces parece no haber diferencia entre ellos.

Pues bien, limitándonos a este sencillo análisis, si los candidatos son Hillary y Trump, ella ganará votos de algunos de los republicanos de centro que, molestos con las ideas, en su opinión, en extremo conservadoras de Trump, preferirán votar por las menos radicales de Hillary. Pero si en lugar de Hillary es Sanders y sus ideas socialistas las que triunfan en el partido Demócrata, el centro quedará abandonado y, a la voz de “socialismo”, es muy posible que la balanza se incline hacia el candidato republicano en una elección entre el menos peor de los males.

De ser esto así, vemos como lo que más les conviene a los seguidores de Sanders es apoyar a Hillary como una forma de detener a Trump.

Este análisis deja de lado la abstención, el peligro que surge cuando los candidatos se van a hacia el centro: como no existe la obligación de votar, los candidatos que se acercan al centro del espectro político pueden generar indiferencia entre su partido y esa indiferencia puede ser la causa de su derrota.

Así pues, un buen candidato en una contienda de dos debe acercarse al centro tanto como pueda sin generar indiferencia en el extremo que lo apoya; un balance delicado cuando los dos apuestan por la misma estrategia.

Pero si un candidato se acerca al extremo de su espectro político (Sanders y Trump) no solo genera entusiasmo entre los suyos sino entre los contrarios.

Esto haría pensar que en una elección entre Hillary y Trump, ella no solo podría arrastrar a los moderados del lado contrario sino que, además, Trump podría animar a los socialistas que hoy ven con indiferencia a Hillary.

Y al contrario, Sanders enfrentado a cualquier otro candidato republicano menos radical que Trump haría que este ganara.

¿Hillary y cualquier otro candidato republicano? Unas elecciones sosas de difícil pronóstico.

Si no fueran dos sino tres los candidatos, usando los mismos supuestos, al del centro le convendría mantener a los otros dos lo más polarizados posible, pero entonces ya no estaríamos hablando de Estados Unidos, sino de otro país.

Ciro Gómez Ardila, Ph.D.
Director Académico de Inalde Business School

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