En lo profundo del mar Caribe se esconde un valioso tesoro para el país que les genera envidia a muchos, y que disfrutaríamos todos los colombianos gracias a sus posibles beneficios sociales y económicos.
No son los baúles reales de Su Majestad ni el tesoro real de Lima o Panamá, como amenamente menciona el historiador Rodolfo Segovia cuando le preguntan por el Galeón San José. Se trata de unas reservas enterradas y protegidas naturalmente hace millones de años, que le representarían al país billones de pesos en recursos, miles de empleos y desarrollo para la región Caribe. La industria de hidrocarburos, compuesta por cientos de ingenieros y geólogos colombianos, está dispuesta a sacarla para multiplicar la riqueza encontrada y transformarla en energía y en programas sociales.
La actividad exploratoria en el Caribe durante varios años avanzó a buen ritmo: la ANH adjudicó decenas de contratos a compañías de talla mundial; se aprobó un régimen de zona franca para estas actividades; se emprendió el programa de sísmica más grande que haya hecho una sola compañía en el mundo, y se realizaron cuatro descubrimientos de gas natural en aguas profundas: Orca, Kronos, Purple Angel y Gorgon, el mayor hallazgo desde Cusiana en 1989.
Pero hoy el mar está en calma. Recientemente, la actividad exploratoria perdió el ritmo, pasando de 37.000 km cuadrados en el 2016 a cero km en el 2017 ¡Cero kilómetros!; de cinco pozos de exploración el año pasado a ninguno este año. Además, la participación de las reservas probadas costa afuera pasó de 25 a 14 por ciento.
Se necesita un régimen fiscal, político y jurídico que permita que se materialicen estos proyectos. Requerimos una mayor promoción del país como destino de inversión en la materia, como ya lo han venido haciendo México y Brasil. Si bien la nueva minuta de los contratos costa afuera se expidió recientemente después de una demora de varios años, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible debe definir los términos de referencia para las licencias ambientales que aseguren que esta actividad se realice con los más altos estándares técnicos y ambientales para proteger nuestra biodiversidad.
Por otro lado, el país tiene el reto de hacer crecer la demanda de gas natural dadas sus características de combustible de transición a una economía de bajo carbono que permita enfrentar los retos del cambio climático. Ya es hora de una política pública que viabilice masivamente el uso del gas natural en el transporte, en el sector industrial con énfasis en el petroquímico y como el principal combustible de respaldo para la mayor penetración de energías renovables en la generación eléctrica.
Debemos levar anclas y retomar el rumbo emprendido: Cartagena y Barranquilla se proyectan como los centros logísticos de esta naciente industria, lo cual significaría un incremento sustancial de empleos y de la demanda de bienes y servicios. Cada una de estas ciudades tiene fortalezas que se deben aprovechar y deben tener un plan de competitividad para constituirse como verdaderos hubs de la actividad
Colombia debe aprovechar las grandes oportunidades que trae el offshore y que la podrían posicionar incluso como exportadora de gas natural. Para esto, las empresas ya están preparadas y la tecnología permite ejecutar los proyectos con los más altos estándares ambientales. Solo de un trabajo conjunto entre el Gobierno y la industria depende que logremos sacar ventajas de este valioso tesoro.
Orlando Cabrales Segovia
Presidente de Naturgas
ocabrales.segovia@naturgas.com.co