Todavía se debate en los Estados Unidos si las actuaciones del presidente Trump, al usar la política exterior de su país como arma electoral contra sus oponentes, es “traición a la patria” y amerita un juicio político. Entre tanto, pareciera que la política exterior se convierte en, todo caso, traición a valores básicos de la unión americana, y a contradicciones con su famoso lema de campaña de hacer grande a la unión americana.
Precisamente en Ucrania, país al que Trump solicitó investigar al hijo del candidato Biden del partido demócrata, es una de las víctimas. Para presionar al presidente de ese país para iniciar dicho proceso, congeló una ayuda militar de unos 400 millones de dólares.
Con ese hecho los EE. UU. han permitido que Rusia mantenga su invasión y consolide su presencia en Ucrania, muy en contra de lo que pareciera deberían ser los intereses de apoyar al nuevo régimen anti-ruso.
Pero más reciente y más difícil de entender, aún para los mismos miembros del partido republicano del presidente Trump, fue la decisión repentina de retirar las tropas de Siria.
Sin mucha explicación y en contra de las recomendaciones de los analistas de su propio Gobierno, el mandatario señala como éxito el hecho de traer a las tropas de vuelta a casa, aunque gran parte de ellas se mantienen en otros países del Medio Oriente y de Asia.
Con ese retiro, al presidente Erdogan de Turquía se le abrió la posibilidad de invadir el norte de Siria, para así atacar a la milicia de la minoría kurda que viene luchando por su autonomía en esa región, y son opositores radicales del régimen turco. Con esa invasión, los kurdos han tenido que retirarse de la zona y han sufrido un golpe del que parece imposible poderse recuperar.
Posteriormente, se acordó un cese al fuego, pero en esto no participó la administración americana, a pesar de que Trump lo seña la como éxito. Ese cese se limitó a una negociación entre Erdogan y el presidente Putin de Rusia. En el acuerdo, se estableció que Turquía podía mantener una zona de buffer para evitar que los kurdos puedan regresar a la frontera. A su vez, Rusia logró que el régimen del presidente Assad, aliado incondicional de Rusia, se fortalezca y se perpetúe.
La pregunta que se hacen muchos de los mismos republicanos en los EE.UU. es cómo todo eso se puede conjugar con los intereses de hacer “América grande de nuevo” como había señalado Trump.
Con las decisiones difíciles de comprender del régimen actual, bien sea por soberbia o traicionando a sus aliados, se han fortalecido los regímenes de dos déspotas y ejemplos de procesos antidemocráticos. A su vez, se consolida Rusia como potencia en Ucrania y Medio Oriente, áreas de sumo interés para occidente.
Lo relevante de todo esto para Colombia, es que la alianza incondicional con EE. UU. debe tener en cuenta, que el actual régimen, actuará bajo aspectos difíciles de prever y comprender. Contar con la ayuda en la lucha contra el narcotráfico o el apoyo en la estrategia frente al régimen venezolano, es poco probable que se mantenga de manera continua y constante, sin posibles reparos en el tiempo.
Rafael Herz
Analista
rsherz@hotmail.com
