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Paul Weiss Salas

El celular de Juan

Paul Weiss Salas
POR:
Paul Weiss Salas

Hace pocos días, una amiga descubrió que su hijo Juan había perdido su celular. Juan, de tan solo 10 años, había ocultado el hecho durante 15 días, pues temía el regaño que vendría de sus padres.

Angustiada porque Juan no contestaba el teléfono, su mamá salió corriendo a la casa a averiguar qué sucedía.

Y ante la confrontación directa, Juan confesó; como era de esperar, fue regañado duramente por su madre.

Ella le dijo a Juan que evidentemente estaba enojada por la pérdida del celular y le explicó las implicaciones de no haberle informado a tiempo esta situación.

Le dijo que se podían haber causado cargos por las llamadas de otras personas desde su celular y que habría que pagarlos, y le comentó que se podrían haber realizado ilícitos haciendo mal uso del aparato.

Además, la mamá enfatizó que el mayor motivo de su disgusto con Juan no era la pérdida del celular, sino su actitud de esconder el problema en lugar de afrontarlo inmediatamente.

Le indicó a Juan cómo esa actitud podía llevarlo a tener problemas en la vida si no la corregía oportunamente.

Le dijo a Juan que hubiese sido mucho mejor haber sido frentero cuando el problema era pequeño y haber confiado en su madre para que le ayudara a resolverlo en vez de ocultarlo, evitando que el problema se agravara más y más con la mentira por omisión.

Le contó a Juan cómo hombres adultos, por no enfrentar los problemas oportunamente, terminan metidos en problemas muy graves con la justicia e incluso pueden ir a la cárcel, solo por tapar un hueco con otro más grande.

¡Qué suerte tiene Juan de tener una mamá que vio en su error la oportunidad de enseñarle algo tan importante! Lo digo porque, seguramente, Juan habrá aprendido la lección y no se verá envuelto en escándalos cuando sea un adulto.

Pienso que la próxima vez que Juan esté en problemas recurrirá oportunamente a la autoridad correspondiente –en este caso fue su mamá–, pedirá ayuda cuando el problema tenga una dimensión reducida y sea solucionable, no causará perjuicios a los que confían en él, mantendrá su buen nombre ante su familia y la sociedad, y podrá retomar su camino con una limitada sanción por su limitado error.

Lástima que algunos grandes señores no tuvieron quién les enseñara algo tan sencillo como lo que les relaté en este caso, o tal vez no quisieron aprender a ser menos ambiciosos, menos vanidosos, menos soberbios y menos delictuosos.

Paul Weiss Salas

Experto en inversiones bursátiles

paulweisss@yahoo.com

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