Cada vez que al doctor Santiago Montenegro le ponen un micrófono en frente pone cara de preocupado frunciendo el ceño, con un aparente dolor en el alma y critica a Colpensiones por cualquier motivo. Pero su queja más recurrente es al subsidio que el Estado les otorga a los pensionados. Y puede tener razón, pero sospecho que la justificación que ofrece, que es la de velar por los intereses nacionales, no es lo que realmente lo motiva.
En su calidad de Presidente de Asofondos, Asociación Colombiana de Administradoras de Fondos de Pensiones y de Cesantías, él está movido por los intereses particulares de sus afiliados. Y eso es normal, pero debe ser explicito en la motivación que tiene, y no recurrir a argumentos populistas para tratar de vender sus ideas.
Esa actitud no le queda bien al representante de los intereses del sector privado de las pensiones. Lo digo porque no recuerdo que él presentara objeciones al sistema pensional colombiano cuando formó parte del primer gobierno de Álvaro Uribe Vélez en calidad de Director del Departamento Nacional de Planeación.
Los afiliados a Asofondos, los pocos que van quedando como resultado de la “consolidación” del sector, compiten por los ahorros pensionales de los colombianos con la estatal Colpensiones y, naturalmente, los privados quisieran ver a esta última desaparecer o reducirse a la mínima expresión para así adueñarse del mercado.
Lo que parece olvidar el doctor Montenegro es que los pensionados afiliados a Colpensiones aportaron durante su vida laboral a esta entidad, o al Instituto de Seguros Sociales que la precedió, para que así muchos otros trabajadores recibieran su pensión, y además aceptaron quedarse en el sistema de régimen de prima media con sus reglas del juego.
Entre otras cosas, quienes se mantuvieron en el sistema estatal renunciaron a las bondades ofrecidas por los administradores de fondos de pensiones privados y cumplieron con su parte del acuerdo de aportar para la pensión de otros y tener a cambio lo que ahora están recibiendo, ni más ni menos.
Yo estoy de acuerdo con que se debatan las diferentes alternativas del sistema pensional que Colombia pueda tener en el futuro, pero no estoy de acuerdo con que a los pensionados actuales, quienes ya cumplieron con su parte del contrato, les cambien las reglas del juego cuando les queda poco tiempo en este “partido” de la vida.
Que se dé el debate con las cartas sobre la mesa, con altura, sin disfrazarse de patriota cuando los motivos reales son evidentes y son mucho más mezquinos.
Y dirá el doctor Santiago Montenegro que, como él, escribo defendiendo mis intereses personales y lo acepto porque así es. Como pensionado que soy, no puedo esperar que los derechos adquiridos me los defienda Asofondos, pero al menos soy franco y declaro mi motivación, sin apelar a argumentos emocionales, como lo hace el doctor Montenegro.