Tras varios meses en los cuales la inflación venía acelerando su ritmo, junio trajo consigo cierto respiro. Así lo reportó el Dane el sábado, al dar a conocer la evolución del Índice de Precios al Consumidor durante el sexto mes del 2014.
Según la entidad, el alza en la canasta familiar en dicho periodo fue del 0,09 por ciento, un dato bien inferior al 0,23 por ciento del mismo lapso del 2013. Como consecuencia, la variación acumulada en el semestre va en 2,57 por ciento, mientras que la del año completo está en 2,79 por ciento.
Aunque más altos que los guarismos registrados en el pasado reciente, los actuales se encuentran entre las expectativas de los analistas y, en particular, dentro del rango fijado por el Banco de la República como meta, que está entre 3 y 5 por ciento anual. De tal manera, hay cierto parte de tranquilidad, sobre la evolución de un agregado clave para la estabilidad económica.
En el caso presente, lo sucedido en junio tuvo que ver con la baja del 0,25 por ciento en el grupo de alimentos, que es el segundo de mayor peso. En contraste, el de vivienda, que es el más importante de todos, subió en 0,41 por ciento, debido a ramos específicos como el de gas y servicios públicos.
Pero más allá de esas explicaciones puntuales, el asunto que ocupa la atención de los especialistas es lo que puede pasar en el segundo semestre, en el cual los incrementos tienden a ser más moderados que en el primero. No obstante, en el 2013 tales alzas fueron atípicamente bajas, por lo cual en esta oportunidad va a ser difícil que pase lo mismo.
La gran incógnita tiene que ver con los precios de la comida, que subió 3,6 por ciento entre enero y junio, impulsada por el grupo de tubérculos y plátanos (aumento del 36,7 por ciento), al igual que el de las frutas (13,9 por ciento). La papa, para citar el ejemplo más significativo, experimentó un salto del 68,5 por ciento, pero dado su comportamiento cíclico es posible que ello lleve a mayores siembras, lo cual deprimiría su precio en poco tiempo.
Tales interrogantes son válidos, no solo por la inminencia del fenómeno climático de El Niño, sino por las determinaciones que pueden tomar las autoridades, en caso de que consideren que hay que seguir aplicando los frenos para que la inflación no se desborde. Y aunque todo apunta a tasas de interés más altas, no es claro que los reajustes sucedan más temprano que tarde.
Ricardo Ávila Pinto
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