Aquellos que creen que el mundo sigue siendo el mismo de siempre deberían darle una mirada a un cálculo que viene de hacer la Ocde, el club de naciones al cual aspira a ingresar Colombia en un tiempo corto.
Y es que con base en un trabajo de armonización de datos macroeconómicos, orientado a hacer compatibles las comparaciones a nivel de países, es claro que la torta del poderío global se reparte actualmente de forma diferente.
Por ejemplo, un grupo que integran las economías emergentes más importantes, compuesto por China, Brasil, India, Indonesia, Rusia y Suráfrica, ahora aporta el 30 por ciento del Producto Interno Bruto del planeta, diez puntos más que en el 2005. A su vez, los 34 socios de la Ocde tienen un peso ligeramente inferior al 50 por ciento, cuando a mediados de la década pasada este ascendía al 60 por ciento.
La causa de lo sucedido no es otra que las diferentes velocidades que han experimentado unos y otros. Mientras las naciones industrializadas han dado marcha atrás –como le sucedió a Europa después de la crisis del 2008–, las de menores ingresos siguen avanzando, lideradas por China. Es cierto que en meses recientes ha tenido lugar una ralentización, pero los más pobres andan todavía más rápido que los ricos.
Esa realidad seguirá produciendo cambios. Estados Unidos es aún la economía más grande de todas a nivel individual, con una participación del 17,1 por ciento. El segundo lugar es para los chinos, con 14,9 por ciento, y el tercero para India, con 6,4 por ciento.
Pero de seguir las cosas como vienen, estas dos últimas naciones ganarán en tamaño, mientras los poderosos perderán todavía más terreno, en lo que parece una tendencia inevitable. Por eso no se puede decir que el mundo será igual.
Ricardo Ávila Pinto
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