Nadie, a decir verdad, esperaba que la junta directiva del Banco de la República, que sesionó ayer, decidiera hacer un cambio en la tasa de interés que la entidad les cobra a las instituciones de crédito por darles liquidez. Por décima vez consecutiva, la determinación fue dejar el costo de esos fondos en 4,5 por ciento anual.
No obstante, el análisis hecho por el Emisor es útil para entender la coyuntura. Y es que más allá del mensaje en favor de la estabilidad, ciertas cosas que no se pueden pasar por alto han cambiado aquí y allá.
Para comenzar, está el entorno internacional. Estados Unidos sigue en la senda de la recuperación, así el primer trimestre fuera menos bueno de lo que se esperaba. Japón ha sorprendido positivamente, mientras que Europa va saliendo adelante, sobre todo si logra resolver el acertijo de Grecia.
En contraste, la desaceleración es la constante en el mundo emergente. China, probablemente no llegue al 7 por ciento que se había pronosticado, y el caso de América Latina entra en el terreno de lo dramático, con un crecimiento proyectado en menos del 1 por ciento.
El mal desempeño de los principales socios comerciales del país juega en contra nuestra. Aun así, el Banco reconoce que los precios del petróleo se recuperaron un poco con respecto a comienzos del año. En todo caso, impactan de forma permanente el ingreso nacional.
Sobre el ritmo de avance del Producto Interno Bruto de Colombia entre enero y marzo, no hubo sorpresas. La cifra de 2,8 por ciento estaba entre lo previsto, y se reconoce que la demanda avanza más rápido, lo cual mejora el balance. La expectativa es que en el semestre que viene sigan los ajustes. Y solo si hay imprevistos, el Emisor optará por mover los intereses en un sentido u otro.
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