Un interesante análisis sobre la economía colombiana es el que viene de hacer Fedesarrollo recientemente. El escrito en cuestión se refiere al crecimiento potencial del país, un asunto fundamental si se tiene en cuenta que para solucionar algunos de los grandes desafíos que tenemos, es indispensable que el Producto Interno Bruto se expanda con mayor rapidez que en el pasado.
Al respecto, la entidad recuerda que la tasa promedio de incremento del PIB fue del 4,7 por ciento anual en los últimos diez años y del 4 por ciento en las pasadas dos décadas, excluyendo el tropezón de 1999. No obstante, de manera constante se escucha que necesitamos un ritmo similar al que se observa en otras latitudes, particularmente las asiáticas, y se menciona con insistencia una velocidad de crucero del 6 por ciento.
De hecho, en la campaña electoral que terminó en junio la cifra fue repetida como una especie de mantra por los diferentes candidatos. Además, en los cálculos sobre el efecto que tendría el culminar con éxito el proceso de paz, se habla de un guarismo similar.
Por otro lado, la entrada en operación del programa de vías de cuarta generación, la ampliación de las redes de fibra óptica o lo que se haga para expandir la frontera agrícola, serviría para romper una serie de cuellos de botella, creando una especie de círculo virtuoso. Parte de esos esfuerzos se ven en una tasa de inversión que es una de las más altas de América Latina.
A pesar de todos esos elementos, Fedesarrollo se encarga de recordar cuál es el elemento clave en la ecuación. Por ejemplo, en el periodo entre 1969 y 1973, cuando nuestra tasa de crecimiento promedio alcanzó el 6,4 por ciento anual, esto fue posible porque la productividad -que podría definirse como hacer más con los ingredientes disponibles- avanzó al 2,3 por ciento, un nivel que no hemos logrado en ningún otro momento de los pasados 50 años.
Así las cosas, el desafío para el futuro cercano es concentrarse en los obstáculos que impiden que la productividad mejore, algo que incluye elementos como la tecnología, la capacitación de recursos humanos o las relaciones laborales. Eso quiere decir que hay que continuar con las reformas, orientadas sobre todo a combatir la informalidad y construir un país más moderno. De lo contrario, quienes piensan en que es posible crecer al 6 por ciento anual, simplemente estarán pensando con el deseo.
Ricardo Ávila Pinto
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