El impresionante auge que ha tenido la inversión extranjera en América Latina está asociado a la abundancia de recursos naturales en este lado del mundo. En buena parte de la región, pero sobre todo en el sur del continente, se adelantan millonarios proyectos que tienen como meta la extracción de hidrocarburos o de recursos minerales como carbón, cobre, hierro o metales preciosos, entre muchos otros.
Ese auge, sin embargo, no ha estado exento de controversias. En Colombia todavía está fresca en la memoria la polémica que rodeó la posible explotación de oro en zonas que incluían parte del páramo de Santurbán, en cercanías de Bucaramanga. Otras iniciativas también son seguidas con atención, particularmente por el impacto ecológico que pueden tener si salen adelante.
No obstante, actualmente el catalejo de los observadores está dirigido hacia Perú. La razón es una fuerte oposición popular a una mina que sería desarrollada en cercanías de la ciudad andina de Puno. Los temores a una contaminación de las fuentes de agua e incluso del gigantesco lago Titicaca llevaron a manifestaciones populares que incluyeron saqueos y durísimos choques con la Policía.
Si bien el viernes pasado se llegó a un acuerdo para proteger un cerro, el tema sigue sobre la mesa. El motivo principal es la percepción de que el régimen legal peruano es excesivamente favorable a las compañías que operan en el sector. Un estudio de un par de economistas sostuvo, por ejemplo, que los impuestos que pagan dichas firmas son un 40 por ciento más bajos que en otros sitios de América Latina.
Tales argumentos han llegado a la palestra política, pues tanto Ollanta Humala como Keiko Fujimori, quienes se enfrentarán este fin de semana en la segunda vuelta de las elecciones, se han referido al tema y han prometido que tomarán acciones al respecto. Eso ha generado inquietudes entre las compañías que sostienen que la suerte del país que ha tenido la mejor tasa de crecimiento del hemisferio está en riesgo si se le cortan las piernas al crecimiento minero.
Inquietudes similares, hay que reconocerlo, se ven en otras partes del mundo. Pero en este caso es evidente que el futuro de la actividad depende de su aceptación entre la ciudadanía. Sin lugar a dudas, muchos peruanos se han beneficiado de lo sucedido con la minería, aunque la percepción generalizada es que las ganancias les deben llegar a todos.