El domingo en la noche el cielo de Caracas se llenó de luces, cuando los partidarios de Hugo Chávez celebraron la victoria del actual Presidente, que ahora tiene el camino despejado para permanecer 20 años en el cargo.
Minutos después, el turno fue para el propio mandatario, quien blandiendo una réplica de la espada de Simón Bolívar, sostuvo desde un balcón del palacio de Miraflores que había librado “la batalla perfecta”.
Pero una vez pasada la euforia de unos y la tristeza de otros –en particular de quienes votaron por el candidato opositor Henrique Capriles– comienza un periodo más complejo.
Este consiste en la adopción gradual de una serie de medidas que son necesarias para evitar que una economía seriamente desajustada, pase a tener problemas mayores.
Las razones de que eso sea así son varias.
Para comenzar, el gasto público duplicó su ritmo en los meses previos a los comicios, con lo cual las finanzas estatales son insostenibles.
Por tal motivo, será necesario apretarse el cinturón con prontitud, con el fin de evitar el riesgo de un colapso financiero.
Al mismo tiempo, el precio del dólar en el mercado paralelo deja en claro que la moneda se encuentra sobrevaluada.
De tal manera, lo lógico sería esperar una depreciación abrupta del bolívar, que podría llegar a ser del 100 por ciento.
Y en la lista de cosas por hacer también se encuentran la inflación o la propia salud de PDVSA, cuya solidez está cada vez más en entredicho.
Sin embargo, y a pesar de la urgencia, es bueno tener en cuenta que el periodo electoral no ha terminado, pues faltan las elecciones legislativas de diciembre.
Por ello, aunque ciertos excesos se pueden moderar, las apuestas indican que el verdadero ajuste llegará como ha sido normal en otra épocas: al comenzar el nuevo año.