Una de las novedades que más han apreciado los analistas que le toman el pulso a la economía colombiana tiene que ver con el ISE, un indicador que construye el Dane y que sirve para identificar la evolución y la tendencia de la dinámica productiva en el país. Para muchos especialistas, se ha llenado un vacío que era notorio.
Elaborado con base en el avance de diferentes sectores, el índice es una especie de termómetro que permite establecer si las cosas van bien o si hay un enfriamiento en curso. Herramientas similares son usadas en decenas de países, algo que es muy útil para saber en qué dirección está soplando el viento antes de que aparezcan mediciones más completas como la del Producto Interno.
En tal sentido, vale la pena señalar que el dato más reciente del ISE sugiere que las cosas van bien. En mayo, la cifra alcanzada fue superior en 4,9 por ciento a la de igual periodo del 2013.
Dicho guarismo es bueno, aunque deja en claro que el dinamismo es algo menor al que se observó en el primer trimestre del año cuando la expansión del PIB llegó al 6,4 por ciento. Si bien –vale la pena insistir– los números citados no son comparables, hay cierta desaceleración que no debería pasar inadvertida.
Sin embargo, la ralentización en cuestión no debería ser motivo de alarma. Más allá de que sea probable que el crecimiento entre abril y junio sea menos vigoroso que entre enero y marzo, el balance todavía es alentador.
Puesto de otra manera, el reajuste que hizo el viernes el Banco de la República en lo que tiene que ver con sus expectativas sobre la economía colombiana parece verse justificado por el ISE, así como el pronóstico de aumento del PIB en 5 por ciento, atribuible a la Cepal. Y es que el nuevo instrumento ratifica que el parte es tranquilizador.
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