El ambiente económico en el país se ha enrarecido, tanto por razones venidas de afuera como por las dudas generadas internamente. Las perspectivas en declive se han sentido sobretodo en el ánimo de los consumidores que ven las cosas con un lente más oscuro, de acuerdo con la medición que hace Fedesarrollo.
Sin embargo, hay dos sectores clave en los cuales la caída es menos notorio, de acuerdo con la misma entidad. Así lo confirma el índice de confianza industrial, el cual en el mes de marzo tuvo un leve deterioro, que, en todo caso, no da para hacer sonar las alarmas.
Al ser interrogados, los representantes del sector fabril calificaron de forma más ácida el volumen actual de pedidos y el nivel de existencias, aunque el balance se asemeja al de febrero. Por su parte, las expectativas de producción son las más altas de los últimos tres años, aunque se han moderado frente al registro de un mes atrás.
Que el optimismo todavía manda la parada es algo que comprueba un módulo que se aplica periódicamente sobre el empleo. Ahora, una proporción mayoritaria de las respuestas indica que las contrataciones crecerán, lo que se ha visto ratificado en los reportes del Dane sobre el ramo manufacturero.
No menos interesante es el hecho de que un problema de vieja data parece haber disminuido. Se trata del contrabando, cuya presencia fue descrita como mucho menor al cierre del trimestre.
A su vez, los comerciantes están menos entusiastas que antes. Sin embargo, a pesar de que, en comparación con el año pasado, las cosas se ven menos bien, la percepción supera con creces la del 2013. Por tal motivo, es imposible afirmar que la confianza en este segmento va en picada, porque no es así. Hay un retroceso frente a febrero, pero la posibilidad de una mejoría está latente.
Ricardo Ávila Pinto
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