Los pasillos de los centros comerciales de Venezuela lucen más vacíos, con lujosas tiendas de moda cerradas y menos personal que hace un año. Los compradores atiborrados de bolsas son solo un vago recuerdo. A pesar de que el Gobierno no ha publicado cifras sobre la actividad económica desde que empezó el año, muchos analistas y empresarios aseguran que el país está en recesión.
En una nación habituada a un fuerte consumo, en parte por su riqueza petrolera, pero también por una inflación históricamente alta que hace del ahorro en moneda local un mal negocio, la caída de las ventas es un buen termómetro de la economía.
De acuerdo con datos privados de la cámara de empresas Consecomercio, las ventas minoristas se desplomaron cerca de 50 por ciento en el primer semestre. Pero también otros sectores clave, como la construcción y la manufactura, se habrían deprimido hasta 10 por ciento en la primera mitad del año, según sus respectivos gremios.
Y no son las únicas pistas que apuntan a una recesión, como se conoce al declive económico de al menos dos trimestres consecutivos. “Un indicio del posible comienzo de una recesión a partir del primer trimestre del 2014 puede ser la caída de la recaudación del Impuesto sobre el Valor Agregado (IVA) de 7,2 por ciento interanual”, dijo la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), adscrita a Naciones Unidas y respetada por el gobierno de Nicolás Maduro.
A pesar de que el sector financiero, el petrolero y el de telecomunicaciones no marchan tan mal como los otros, el organismo asegura que la economía venezolana será la única de la región que cerrará el año en rojo, con una contracción del 0,5 por ciento.