Ahora que los precios del petróleo se han ubicado en niveles inferiores a los 80 dólares por barril –tanto para la variedad WTI como para la Brent– empiezan a hacerse las cuentas sobre los ganadores y perdedores. Y es que ante las fluctuaciones vistas hay unos que salen beneficiados y otros que sufren.
En el primer grupo se encuentran los consumidores. En Estados Unidos, para citar un caso concreto, el valor del galón de gasolina se ubicó en niveles inferiores a los tres dólares en promedio, por primera vez desde el 2010.
Si las cosas siguen así, los ahorros para los automovilistas se tasan en cientos de millones de dólares al año. Y dado que las personas tienden a gastar la suma en otros bienes, el efecto neto sobre el crecimiento es positivo. Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional calcula que el Producto Interno Bruto global podría expandirse en medio punto por ciento adicional en el 2015.
Esa mejoría no es la misma para todos. A nivel de países el más beneficiado sería China, que es un gran importador de hidrocarburos. Los expertos dicen que cada dólar que baja el barril de crudo le disminuye la cuenta por pagar al gigante asiático en 2.100 millones de dólares anuales.
Por otro lado, los productores agrícolas también deberían beneficiarse, pues los fertilizantes serán más baratos. Ello debería traducirse en mayores rendimientos de las cosechas.
En cambio, en la otra cara de la moneda están los países exportadores de petróleo. En números gruesos lo sucedido en el mercado les costará cerca de un billón (un millón de millones) de dólares anuales. Algunos tienen cómo aguantar el golpe, que es el caso de Arabia Saudita. Pero dentro de los más frágiles está Venezuela, cuya inestabilidad debería ir en aumento.
Ricardo Ávila Pinto
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