Si alguien esperaba que tras del apabullante triunfo del partido Syriza en Grecia, el pánico iba a invadir los mercados europeos, la verdad es que se quedó con las ganas.
Este lunes, las principlaes bolsas del Viejo Continente avanzaron en sus cotizaciones, tras las elecciones del pasado domingo que llevaron al poder a Alexis Tsipras, descrito como un nuevo fenómeno político.
Es verdad que en Atenas los precios de las acciones bajaron en más de un 3 por ciento, pero esa fue la excepción. En el resto de naciones de la zona la constante fue la tranquilidad, ante la creencia de que habrá una salida negociada en el debate sobre cómo los griegos se pueden aflojar un poco el cinturón.
Y es que propios y extraños reconocen el inmenso costo social de los programas de austeridad, que llevaron a que el Producto Interno Bruto del país vecino al Mediterráneo se haya contraído en un 25 por ciento desde el 2008. Las elevadas tasas de desempleo y los casos de empobrecimiento individual son el mejor argumento para combatir la fórmula que se ha empleado hasta ahora.
Aun así, Tsipras sabe que un rompimiento con sus colegas europeos es lo que menos le conviene. Una expulsión de la zona euro dispararía las acreencias de miles de sus conciudadanos a la estratosfera.
Al mismo tiempo, el nuevo primer ministro tiene claro que de los 317.000 millones de euros que debe Grecia en bonos por pagar, el 60 por ciento se encuentra en manos de los socios del área comunitaria. Además, la tasa de interés es muy baja, por lo cual un escenario de impago no sería la solución.
Todos esos elementos formarán parte del análisis, ahora que la campaña ha terminado y el desafío de gobernar empieza. En muy pocos días Syriza sabrá que la realidad le deja poco margen.
Ricardo Ávila Pinto
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