A juzgar por las declaraciones dadas ayer por los presidentes Nicolás Maduro y Juan Manuel Santos, el enfriamiento en las relaciones entre Venezuela y Colombia empezó a quedar atrás. Y es que el tono de la reunión sostenida por ambos mandatarios en Puerto Ayacucho, al otro lado de la frontera, fue cordial y deja atrás los dardos lanzados por Caracas tras la visita del dirigente opositor Henrique Capriles a Bogotá hace unas semanas.
En consecuencia, las dos capitales tomaron la determinación de volver a trabajar juntos en tres áreas específicas: seguridad, energía y comercio. La importancia de tales temas no tiene discusión, pues mientras en el primero hay inmensos desafíos y en el segundo existen grandes posibilidades de hacer cosas juntos, en lo que respecta al tercero, la meta es recuperar el terreno perdido.
Obviamente, la pregunta es si existe la voluntad de avanzar de manera sustantiva, después de que esfuerzos previos mostraran que el camino recorrido fue escaso. En tal sentido, habrá necesidad de mucha persistencia, en especial porque Maduro parece tener asuntos más urgentes en su agenda. Entre estos se encuentran la elevada inflación, el desabastecimiento de productos básicos y la ola de crímenes que se ha vuelto un azote diario.
Pero aun con expectativas reducidas, hay observadores que saludaron la cita de ayer. El motivo es que un clima de tensión binacional nunca ha desembocado en nada positivo, como lo demostraron los roces con Hugo Chávez hace unos años.
En cambio, fue explícita la voluntad de cada líder de trabajar con el otro, reconociendo que hay diferencias profundas en la concepción del modelo del Estado que tiene cada uno. En otras palabras, que es posible coexistir.
Twitter: @ravilapinto
