Cuando a comienzos del 2011 volvió a arreciar la ola invernal, los anuncios del Gobierno convencieron a muchos de que habría una respuesta contundente en materia de inversiones públicas que, aparte de ayudarles a los damnificados, serviría para impulsar las cifras de la economía.
Por tal motivo, muchos observadores se sorprendieron cuando los datos del Dane mostraron una importante contracción en el capítulo de obras civiles durante el primer trimestre, a pesar de que la actividad no depende exclusivamente del esfuerzo estatal.
Ahora ese sentimiento de sorpresa está de vuelta.
Así quedó en evidencia ayer después de saberse que otra vez tuvo lugar una contracción del 8 por ciento en dicho ramo entre abril y junio. Como consecuencia, en los últimos 12 meses los desembolsos para obras de infraestructura se han reducido en 4,2 por ciento.
El principal responsable de lo sucedido es el capítulo de ‘carreteras, calles, caminos y puentes’ que registró una disminución del 8,3 por ciento.
El segundo grupo de peor desempeño fue ‘vías férreas, pistas de aterrizaje y sistemas de transporte masivo’, cuya reducción fue de 33,7 por ciento.
Tales indicadores sugieren que sigue habiendo problemas serios de ejecución de los ambiciosos programas trazados.
A pesar de los recursos asignados y de los anuncios relativos a un impulso fundamental en este frente, es claro que hay que hundir el pie en el acelerador para que las promesas se conviertan en realidad, ojalá más temprano que tarde.
Esa necesidad se vuelve aún más urgente ante el regreso de las lluvias, que requieren de acciones para mitigar los nuevos peligros que aparezcan.