Los reportes provenientes de Venezuela dan para pensar que el deterioro de la economía del país vecino continúa, sin que haya solución a la vista. Aunque el Gobierno de Nicolás Maduro insiste en que hay una conspiración para hacer ver las cosas peor de lo que están, las mismas fuentes oficiales entregan un parte preocupante.
Así sucedió con el reporte hecho por el Banco Central, que publica mensualmente el índice de escasez. Según la entidad, dicho indicador –que mide la proporción de bienes que no existen en los anaqueles de los almacenes– llegó al 28 por ciento, la cifra más alta desde cuando se comenzó a calcular, con un incremento de cinco puntos frente al nivel de diciembre.
Como si lo anterior fuera poco, la misma institución reveló que la inflación el mes pasado fue del 3,3 por ciento, con el cual el acumulado en el año corrido alcanzó 56,3 por ciento, una de las tasas más altas del mundo. Sin duda, la devaluación parcial del bolívar tuvo que ver en lo sucedido, pero el mensaje es que los faltantes persisten y los precios conservan su tendencia a subir más.
Parte de las explicaciones frente a lo ocurrido tienen que ver con la falta crónica de divisas que ha llevado a algunas industrias a anunciar que se verán en la necesidad de parar operaciones. A la vez, sectores como el de la prensa, pasan dificultades por la escasez de papel.
Según los observadores, la oferta de divisas para importaciones se redujo en mil millones de dólares en enero. Y para completar, la entrada en vigencia de una ley que castiga márgenes de utilidad superiores al 30 por ciento, ha llevado a más de un empresario a reducir el ritmo de sus actividades. En conclusión, una realidad que ya era mala, continúa empeorando.
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