Hay dos maneras de mirar lo sucedido con el Índice de Confianza del Consumidor en el mes de mayo, tras los resultados dados a conocer este miércoles por Fedesarrollo. Una es la optimista, pues tuvo lugar una recuperación con respecto a abril. Otra es la pesimista, ya que el dato está lejos de los observados en igual mes del 2013 y el 2014.
Probablemente, lo más justo es combinar ambas percepciones. Esto quiere decir que el clima ha mejorado un poco, pero que no se parece al de años pasados. Debido a ello, el clima para la demanda no es igual de propicio al de épocas anteriores, si bien el repunte permite abrigar una que otra esperanza.
En este caso concreto, el giro se vio en las respuestas con base en las cuales se construye el indicador. Tal vez lo más significativo es que ante la pregunta sobre si a su hogar le está yendo económicamente mejor o peor que hace un año, el sondeo reveló que la percepción ha subido. Puesto de otra manera, la crisis se ha sentido poco a título personal.
Aun así, la cautela es lo que se impone. Incluso si la calificación es relativamente buena, una proporción pequeña considera que es un buen momento para adquirir bienes.
La explicación posiblemente esté en las expectativas. A nivel familiar, hay un claro optimismo con respecto a la situación dentro de 12 meses. Pero cuando el lente se le aplica al país, el tono es mucho más oscuro. Para utilizar la figura, parecería que los colombianos creen que el entorno será tormentoso.
Las opiniones tienen un elemento regional evidente. Bogotá está por debajo del promedio, mientras que en Barranquilla hubo un deterioro. Medellín y Bucaramanga avanzaron, al tiempo que Cali se encuentra estable. En conjunto, el mensaje es que el vaso se ve más lleno, pero que todavía le falta líquido.
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