El reporte que dio el Dane el viernes pasado, según el cual la tasa de desempleo en septiembre había vuelto a romper un mínimo de 14 años, es la mejor noticia a la que se puede aspirar por estos tiempos difíciles. Y es que justo cuando el viento empieza a soplar de frente, el hecho de que el índice de desocupación haya caído al 8,4 por ciento a nivel nacional, es algo que sirve para mantener la esperanza de que la demanda interna siga vigorosa.
Es verdad que parte de la mejora tuvo lugar a costa de un salto en el subempleo, pero también lo es que el volumen de personas que conforman la oferta laboral subió mucho. Aun así, no solo fue posible que un número sin precedentes de individuos tuviera un oficio, sino que la cantidad de desocupados descendiera por debajo del nivel simbólico de los 2 millones de seres.
El impulso se dio con mayor fuerza en las 13 áreas metropolitanas más grandes, en donde la tasa global de participación llegó el punto más elevado de la historia, con 69,2 por ciento. Incluso así, el desempleo en las principales zonas urbanas disminuyó hasta el 9,3 por ciento.
Como si lo anterior fuera poco, una mirada a las 23 capitales de mayor importancia muestra que en el tercer trimestre del año la desocupación aumentó en apenas cuatro de esos municipios, siendo Armenia el de peor desempeño, con 14,9 por ciento. En contraste, Bucaramanga cayó al 7,1 por ciento, el menor guarismo del país.
En cuanto a las ramas que generaron las nuevas plazas vale la pena destacar que en todas las categorías hubo aumentos, con excepción de renglón ‘otras’, que abarca a la minería, el suministro de servicios públicos y la intermediación financiera. Especialmente significativo es que la industria manufacturera registró una expansión del 2 por ciento en sus nóminas.
Dicha evolución es importante porque da para pensar que la economía colombiana puede sobreaguar el clima tormentoso que viene junto con el descenso en los precios del petróleo. Mientras en América Latina se ven retrocesos en este terreno, el contraste de Colombia es notorio y puede llevar a mayores descensos en la pobreza.
Ahora de lo que se trata es de preservar los avances y ojalá profundizarlos, algo que va a requerir mucho esfuerzo y un poco de suerte, para que lo que va bien, siga bien.
Ricardo Ávila Pinto
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