La visita de trabajo que a partir de hoy inicia en Japón el presidente Juan Manuel Santos, es un paso muy importante en la aspiración de Colombia de afianzar sus lazos con Asia.
Si bien la economía nipona no las ha tenido todas consigo en los últimos años, pues ha dado señales claras de estancamiento, sería un error desconocer su importancia.
Y es que medido por el tamaño de su Producto Interno Bruto, el imperio del sol naciente ocupa el tercer lugar en el planeta, por debajo de Estados Unidos y de China. Detrás de esa clasificación se encuentra un impresionante poderío industrial y tecnológico, que le ha dado a sus habitantes un elevado nivel de vida.
Como si esos argumentos no fueran suficientes, es necesario tener en cuenta que los vínculos comerciales más tradicionales de Colombia, al otro lado del Pacífico, existen con Japón.
Desde hace décadas, dicho país es un importante comprador de café y de otros productos básicos. Según las cifras del Dane, entre enero y julio las exportaciones aumentaron 33 por ciento hasta llegar a 383 millones de dólares.
A ese ritmo, es previsible que se superará el récord establecido en el 2010, cuando las ventas a dicho destino alcanzaron los 511 millones de dólares.
A pesar de esa situación, no se puede olvidar que la balanza comercial es deficitaria para los colombianos. Al cierre del primer trimestre la brecha ascendió a 363 millones de dólares, aunque a decir verdad se ha reducido frente a los niveles de años anteriores.
Esa diferencia debería ser todavía menor, cuando se consoliden las ventas de carbón, tras la adquisición que hiciera una firma comercializadora japonesa de una parte de los intereses de la compañía Drummond.
Por otra parte, en materia de inversiones también hay interesantes posibilidades, en la medida en que las empresas japonesas continúan mirando hacia América Latina, una región cada vez más atractiva por su desempeño económico.
No obstante, es indudable que hay que llegar más lejos.
En ese sentido es alentador el objetivo de Santos, quien desea impulsar la firma de un Acuerdo de Cooperación Económica entre Bogotá y Tokio, el cual disminuiría las barreras que hoy existen para aumentar un intercambio bilateral que es importante, pero que podría ser mucho mayor si se toman las decisiones correctas.