En medio de la incertidumbre que existe sobre la suerte de la economía mundial, resulta destacable el comunicado expedido ayer por Standard and Poor’s.
Según la firma calificadora de riesgo, la perspectiva de Colombia como emisor de deuda soberana pasó de estable a positiva, gracias a la mayor fortaleza fiscal del país.
En términos prácticos, el mensaje enviado no solo quiere decir que la nación es ‘buena paga’, sino que las posibilidades de honrar sus obligaciones siguen mejorando.
Quienes saben de estas cosas aseguran que tales calificativos hacen preveer que en unos cuantos meses la nota que tienen los bonos públicos colombianos -que hace algo más de un año recibieron el ansiado grado de inversión- sea revisada hacia arriba.
Lo anterior, sin embargo, dependerá de varios factores concretos. Uno es que los niveles actuales de deuda disminuyan, algo que es previsible si los recaudos tributarios continúan creciendo más que el gasto.
El segundo tema tiene que ver con la expedición de una reforma impositiva, en la línea que ha anunciado el Gobierno, lo cual es menos seguro.
También cuenta la operatividad de la conocida regla fiscal, que busca ahorrar una parte importante de la bonanza minera.
Y claro, está el asunto de la tormenta externa, la cual, si aumenta en intensidad, puede mecer con más fuerza a la economía nacional.
Tal eventualidad pondría a prueba la fortaleza de las políticas adoptadas, aunque no se vislumbran mayores inconvenientes.
Si bien lo sucedido es un aviso que no cambia las condiciones imperantes, hay un optimismo implícito que vale la pena resaltar. Dicha realidad ha sido reconocida por los mercados en donde el margen de riesgo de la deuda colombiana es el menor de la región, lo cual coincide con el veredicto conocido ayer.