Según la entidad, el balance entre respuestas positivas y negativas fue de 17,9 por ciento, un nivel muy similar al de marzo, aunque inferior a los del 2012 y el 2013.
No obstante, lo verdaderamente llamativo es el contraste entre la realidad y las expectativas.
Y es que el indicador en cuestión se construye con base en cinco preguntas en las que se evalúa tanto las percepción del presente y del futuro, ya sea en el plano personal o del país.
De tal manera, llama la atención que la gente responde de forma mayoritariamente positiva al interrogante de si a su hogar le está yendo mejor o peor que hace un año.
La cifra, que asciende a 12,2 por ciento, es la segunda mejor de los pasados cuatro años y se complementa con la impresión en favor de que este es un buen momento para comprar muebles o electrodomésticos.
Tales calificativos tienen asiento en la realidad. Hace pocos días el Banco de la República reportó que en el primer trimestre del 2014, la economía habría crecido a un ritmo del 4,8 por ciento, muy por encima del promedio latinoamericano. Además, el desempleo sigue a la baja y la inflación es moderada.
En contraste, frente a la inquietud sobre si en los próximos 12 meses vamos a tener buenos tiempos o si las condiciones del país serán mejores dentro de un año, el enfriamiento es notorio, con balances del 3,2 y 3,5 por ciento, respectivamente.
Quizás ese es el motivo por el cual menos encuestados piensan que a su hogar le irá bien.
Es posible que la realidad política esté influyendo sobre la incertidumbre, pero el mensaje de fondo es que el futuro genera ahora más dudas que antes.