Era cuestión de tiempo. Esa es la afirmación que hacen los conocedores del tema, tras conocer el informe entregado por la Contraloría General de la República este jueves, referente a las obras que se adelantan para construir la nueva torre de control del aeropuerto El Dorado.
Y es que desde hacía meses se habían escuchado las denuncias relativas al incumplimiento de cronogramas y presupuestos. De acuerdo con el ente de control fiscal, se produjeron cinco hallazgos fiscales por 7.836 millones de pesos y 12 más con incidencia disciplinaria que serán remetidos a la Procuraduría.
Sin entrar a los méritos de las afirmaciones, es indudable que la investigación realizada le pone un signo de interrogación a una iniciativa que comenzó con el pie izquierdo. Desde un comienzo se presentaron inconsistencias en los diseños, las cuales se traducirían en sobrecostos, como en su momento lo denunció el senador Juan Manuel Galán.
La situación ha entorpecido los planes de habilitar más muelles en la terminal bogotana. Los viajeros que llegan de destinos nacionales todavía se encuentran al viejo edificio, pues este es el soporte de la torre antigua y hasta que no exista un reemplazo temporal o definitivo, será imposible demolerlo.
Falta, claro, escuchar los argumentos de la Aeronáutica Civil sobre lo ocurrido. También es de esperar que el Ministerio de Transporte se pronuncie y que la ciudadanía reciba un parte en cuanto al valor y la fecha más ajustada posible de entrada en operación de la obra.
Mientras este llega, lo sucedido debería servir de lección para evitar futuros errores, justo cuando se acerca otra fase para El Dorado. El plan maestro, que definió la hoja de ruta del aeropuerto, debería ejecutarse pronto. Pero con fallas como la citada, puede tener problemas para volar adecuadamente.
Ricardo Ávila Pinto
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