Tradicionalmente, enero es el mes con la tasa de desempleo más elevada del año. En la medida en que se acaba la temporada navideña y la afluencia de consumidores disminuye, al igual que el número de turistas en los sitios vacacionales, las contrataciones temporales terminan y las nóminas se contraen.
Así las cosas, el arranque del 2015 no fue la excepción a esa regla. Otra vez los índices de desocupación volvieron a ser de doble dígito, después de haber permanecido en uno solo durante todo el semestre pasado.
No obstante, las cifras registradas pueden calificarse de favorables. Según el Dane, el desempleo a nivel nacional se ubicó en 10,8 por ciento, tres décimas menos que 12 meses atrás. En lo que corresponde a las 13 áreas metropolitanas más grandes, la reducción fue de medio punto, hasta 11,8 por ciento.
De tal manera, el guarismo observado en enero fue el más bajo desde cuando se empezaron a entregar estadísticas mensuales sobre este tema, a comienzos del presente siglo. Después de que en diciembre se hubiera interrumpido la seguidilla de caídas, la tranquilidad retorna en un frente clave.
Y es que el alza de 431.000 personas en la población ocupada con respecto a enero del 2014 –hasta los 21,1 millones de personas– muestra que la economía no ha perdido su capacidad de crear plazas nuevas. En momentos en que aumentan las preocupaciones por el coletazo de la descolgada en el precio del petróleo, el mensaje de fondo es que las cosas siguen relativamente bien.
Los analistas saben que el hecho de tener un volumen de trabajadores mayor, garantiza que el consumo se comporte en forma saludable. Si la capacidad de compra de los hogares se expande y la confianza no sufre grandes alteraciones –como parece ser el caso– la demanda interna debería mantenerse como el principal motor de la actividad económica. Ahora, la esperanza es que tenga lugar, más temprano que tarde, una recomposición en la canasta de productos que adquieren los colombianos, en favor de aquellos elaborados localmente. El alza en el nivel de dólar genera una notoria variación en los precios relativos y mejora la competitividad de la industria y la agricultura.
Pero mientras esa expectativa se confirma, lo sucedido con el desempleo en enero es una buena noticia. Ahora el desafío es conseguir que en los meses siguientes vuelva a pasar lo mismo.
Ricardo Ávila Pinto
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