Cuando el miércoles un reporte hecho por el Gobierno estadounidense indicó que el crecimiento de la economía más grande del planeta en el primer trimestre del año fue de apenas 0,1 por ciento, los analistas llegaron a decir que el dato debería llevar a una rectificación en el rumbo de la política adoptada en los últimos tiempos. Al fin de cuentas, la tan anunciada reactivación parecería haberse quedado sin gasolina.
Sin embargo, otra cosa es lo que piensa el Banco de la Reserva Federal en Washington, que a las pocas horas anunció que su programa de inyectarle liquidez al sistema financiero norteamericano mediante la compra de bonos y otros papeles tendrá una nueva reducción. Así, el monto de tales adquisiciones fue recortado en 10.000 millones de dólares adicionales, con lo cual queda en 45.000 millones mensuales, en comparación con los 85.000 que se utilizaron hasta diciembre.
Los motivos de continuar con el curso fijado tuvieron que ver con el convencimiento que tienen los analistas de la entidad con respecto al ritmo de la producción en Estados Unidos. Si bien es cierto que el arranque del 2014 fue muy inferior a las expectativas, también lo es que factores fortuitos como el clima, influyeron mucho en el desenlace. La fuerte ola invernal no solo trastornó operaciones industriales y logísticas, sino que afectó el ánimo de los consumidores que prefirieron quedarse en sus casas en vez de desafiar el frío.
En cambio, no pasó desapercibida la señal en el sentido de que las tasas de interés deberían seguir bajas. Por cuenta del mensaje, los mercados de valores se comportaron bien. Lo anterior no obsta para que los países emergentes tomen nota, pues la abundancia de dinero está llegando a su fin y eso también se va a sentir por estas latitudes.
ricavi@portafolio.co
Twitter: @ravilapinto