No tiene ya nada de novedoso registrar otra vez una baja en las exportaciones colombianas, tal como ocurrió en junio. Según lo informó ayer el Dane, la reducción de las ventas externas en dicho mes fue del 31 por ciento, por cuenta, especialmente, del fuerte descenso en los renglones de hidrocarburos y minerales.
Más allá de las variaciones entre un periodo y otro, la norma es más o menos la misma. A causa de lo sucedido, el acumulado del primer semestre muestra una reducción apreciable, cercana a una tercera parte, en comparación con igual lapso del 2014.
Las cifras son elocuentes. De exportaciones por 27.999 millones de dólares pasamos a 19.259 millones en la mitad inicial del 2015. Esa diferencia de 8.740 millones es la gran responsable del deterioro en la balanza comercial, que podría llegar a niveles sin precedentes en diciembre.
Y las perspectivas no dan pie para el optimismo. La reciente oleada bajista en los precios del petróleo es una mala señal, que se suma a las caídas en la cotización del crudo. Tampoco le ha ido bien al carbón, al café o al oro, que juntos representan casi tres cuartas partes de nuestras ventas al exterior.
Como si lo anterior no fuera suficiente, hay problemas con los vecinos. Tanto en lo que atañe a Venezuela como a Ecuador hay una reducción apreciable en la facturación, que nace de las dificultades conocidas en cada una de esas naciones, y que se expresa en su capacidad de compra.
Así las cosas, todo apunta a una caída considerable en las exportaciones. Aunque un cálculo preciso es imposible, dada la cantidad de variables que están en juego, un pronóstico de 15.000 millones de dólares menos ya no suena descabellado.
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@ravilapinto