No hay duda alguna de que el mejor regalo de despedida del semestre que acaba de terminar se lo dio el Dane al Gobierno el viernes pasado. Según la entidad, el desempleo a nivel nacional cayó a 9,4 por ciento en mayo, mientras que en el caso de las 13 áreas metropolitanas más grandes la tasa descendió al 10,4 por ciento.
En ambos guarismos se trata de los niveles más bajos para el citado mes en lo que va del siglo. Como si eso fuera poco, la reducción se consiguió sin que se presentaran grandes variaciones en los índices de participación en la fuerza laboral o las mediciones del subempleo.
El parte es especialmente alentador, dados los vientos de desaceleración que venían soplando en la economía colombiana. Como es sabido, el crecimiento en el primer trimestre fue apenas del 2,8 por ciento y aunque desde ese entonces los engranajes de la producción se mueven a mejor ritmo, todavía hay problemas en diversos sectores.
Ante el sorpresivo resultado, los expertos han buscado analizar los datos disponibles. Lo primero que salta a la vista es la gran disparidad entre la suerte de unas pocas ciudades y el resto. En concreto, el mercado laboral en Barranquilla, Bogotá y Bucaramanga se ve muy bien, mientras que en Quibdó, Popayán, Cúcuta o Cali se ve muy mal.
Especialmente llamativo es lo que ocurre en la capital de la República, a pesar de la insatisfacción de sus habitantes con las autoridades locales. Y es que el Distrito mantiene una buena dinámica en la creación de plazas laborales, sobre todo gracias al ramo de comercio, restaurantes y hoteles a la industria y las actividades inmobiliarias. En cambio, llama la atención el descenso de la construcción como fuente de empleo, que confirmaría las críticas que ha recibido la administración Petro en este frente.
De vuelta al panorama nacional, se destaca que la mayor contribución al alza en el número de ocupados fue la categoría de obrero o empleado particular, mientras que jornaleros y trabajadores sin remuneración cayeron fuertemente. Tales cambios son otra razón para mirar con optimismo las perspectivas de un tema clave para el desempeño de la economía que, en contra de las expectativas, resultó ser mejor de lo que se esperaba.
Ahora el desafío es procurar que las razones por las cuales se redujo la desocupación sigan siendo válidas, de la mano del plan de reactivación impulsado por el Ejecutivo, cuyos mejores frutos todavía están por verse.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
Twitter: @ravilapinto
Brújula / El regalo de despedida
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Redacción Portafolio
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