Ya empezó la cuenta regresiva con miras a la votación que el próximo 18 de septiembre decidirá si Escocia sigue formando parte del Reino Unido, al que también pertenecen Inglaterra y Gales, o prefiere seguir el camino de la independencia.
Hasta hace poco, las encuestas mostraban que el ‘No’ tenía una cómoda ventaja, pero en el transcurso del fin de semana las cosas han empezado a cambiar y más de uno cree que el ‘Sí’ podría salir triunfador.
En caso de que eso suceda, las repercusiones inmediatas serán profundas. Al fin de cuentas, acabar con un matrimonio que lleva 307 años de existencia no será algo sencillo y dejará damnificados a ambos lados de la frontera.
Así lo demostraron los mercados este lunes, cuando las acciones de una serie de compañías que tendrían que rediseñar sus operaciones en las islas británicas mostraron una fuerte baja. En igual forma, la libra esterlina perdió un buen terreno frente al euro y al dólar, dejando en claro que los inversionistas ven con nerviosismo el futuro.
Quienes piden calma, recuerdan que una decisión popular de estas características no es la primera, ni será la última. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial han tenido lugar medio centenar de referendos, en los cuales la causa secesionista ha triunfado en 27 oportunidades, como sucedió cuando Islandia se separó de Dinamarca.
No obstante, otros recuerdan que los intentos de Quebec de hacer rancho aparte fracasaron en Canadá. A la hora de la verdad, más de un ciudadano se pregunta si un porvenir lleno de incertidumbres es lo que le conviene, una respuesta que solo 5,3 millones de escoceses se encargarán de dar. Y mientras llega el día, muchos en Europa, como los catalanes en España o los flamencos en Bélgica, siguen el tema de cerca.
Ricardo Ávila Pinto
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