Tal como lo esperaban los analistas, ayer el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos tomó decisiones importantes orientadas a apuntalar a la economía más grande del mundo.
Según lo anunció la entidad, en los próximos días iniciará un programa de compra de bonos de largo plazo del Tesoro norteamericano por un total de 400.000 millones de dólares, el cual será financiado con la venta de papeles de corta duración.
Si bien la determinación desilusionó al mercado, que esperaba una dosis nueva de dinero fresco, es probable que con el paso de los días la percepción sea más positiva. La razón es que todo apunta a mantener bajas las tasas de interés en el mercado y darles una especie de giro de tuerca.
Esa es la razón por la cual la estrategia recibe el nombre de ‘Operación Twist’.
Por tal motivo, no hay que sacar conclusiones definitivas sobre la caída en los precios de las acciones en la jornada de ayer, que en el caso de Wall Street fue del 2,5 por ciento.
Existe la posibilidad de que en la medida en que los observadores empiecen a hacer cuentas, la tendencia se revierta.
Pero mientras eso ocurre, hay un elemento que no puede pasar desapercibido. Este consiste en el fuerte ataque del que fueron objeto la Reserva Federal y su presidente Ben Bernanke por parte del Partido Republicano, que tradicionalmente había sido cercano a la institución.
Así quedó consignado en una carta en la que tanto legisladores como precandidatos presidenciales expresan su rechazo a la política adoptada.
No obstante, es claro que el tema es político, pues la oposición no quiere que Barack Obama, que lucha por su reelección el próximo año, reciba favores de nadie, y menos del banco central.