Una demostración de ello viene de tener lugar, tras las renuncias de los ministros de Vivienda, Germán Vargas Lleras, y Agricultura, Juan Camilo Restrepo. En lugar de salir a alborotar el cotarro político o de sacar cartas de debajo de la manga, la Casa de Nariño se fue por la opción más predecible y la que mejor aseguraba la continuidad.
Por cuenta de ese enfoque, en Vivienda se produjo el ascenso del viceministro, Luis Felipe Henao, como titular de la cartera. Por su parte, en Agricultura el turno fue para Francisco Estupiñán, quien estaba en la presidencia del Banco Agrario desde agosto del 2010.
Ambos, a decir verdad, tienen como principal responsabilidad, acabar de recorrer la senda trazada por sus predecesores. En la medida en que hagan bien su trabajo y la reelección de Santos se concrete, es posible que sigan en el puesto, aunque esa definición depende de lo que pase en los comicios del 2014.
Mientras tanto, el primero debe velar por la terminación de las 100.000 casas gratis para los más pobres, además de los ambiciosos planes para otros segmentos del mercado. El papel de esta locomotora es clave en la reactivación y Henao lo sabe.
El segundo no solo tiene que preocuparse porque las actividades del campo anden bien –especialmente después de la seguidilla de paros de hace unos meses–, sino sobre todo por el diseño de la política agraria, en respuesta a lo acordado con las Farc en La Habana. Si bien falta mucho antes de que concluyan las negociaciones, lo lógico sería empezar a planear la implementación de lo negociado en este frente.
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